No puede faltar la famosa serenata donde los muchachos tienen la oportunidad de salir en bus por la noche y gozar. Son momentos que nunca olvidaran.

Sin embargo para nadie es un secreto que también es el momento donde el guaro y el tabaco son parte de la agenda social en casi todas las actividades. Para los padres y educadores se vuelve una situación sumamente difícil de controlar, ya que los jóvenes desarrollan en esta época un mundo clandestino en el cual ponen a prueba la información recibida en el hogar a lo largo de estos años, además de ensayar por primera vez las actitudes expuestas en la sociedad a través de sus adultos.

Lamentablemente imitan todos los detalles sociales negativos tales como el sentido materialista de la vida, valores basados en la competencia y destrucción a los demás. Ventas indiscriminadas de alcohol, tabaco y todas las otras drogas existentes en el mercado libre y clandestino.

Lo hacen no por un acto de rebeldía como pensarian muchos, sino porque no saben como manejar la libertad. El temor interno es tan grande haciendolos buscar seguridad en el grupo. Realmente no se dan cuenta si las acciones son malas o buenas lo que requieren de forma imendiata es elimar la angustia de la soledad. Por eso es común verlos abrazandose tanto, contándose cosas, cuidarse unos a otros cuando a alguno se le fue la mano y quedo atastacado en una fuerte borrachera y luego reir inmaduramente.

Ante tal realidad se recomienda abrir un diálogo sincero y realista con los jóvenes. Explicar que todas sus fiestas estarán repletas de tentaciones adictivas y sexuales, pero que ellos cuentan con suficiente capacidad para elegir ser como el montón o empezar a comportarse como adultos responsables de sus desiciones. Reforzarles que a pesar de todos los males existentes el bien siempre gana, al autocuidado y amor a si mismo serán al final las verdaderas armas con las que tendrán éxito en la vida.

María Ester Flores Sandoval