Pareciera que estamos inmersos en una jungla, donde cada uno vela por sus intereses, donde a nadie le importa en qué dirección vaya el país siempre y cuando no afecte su forma de vivir.
Este comportamiento es la suma de años y años de incapacidad y mediocridad demostrada por gobernantes, instituciones estatales y hasta instituciones deportivas. Ante esta mediocridad e incapacidad, pareciera que todos los que estamos alrededor ya lo aceptamos y nos acostumbramos a que esto ocurra día a día.
La ocurrencia y la falta de planeación son el pan nuestro de cada día. Esta incapacidad inunda todo nuestro alrededor, desde la C.C.S.S y todos sus problemas, el abuso en convenciones colectivas y grandes sueldos de directivos que han inflado los gastos de instituciones como el ICE, RECOPE, JABDEVA, AYA. Además la larga lista de despilfarro e inutilidad demostrada por el MOPT y el CONAVI en innumerables obras realizadas. Hasta el deporte se ha contagiado con esta mediocridad, en el futbol por ejemplo, tenemos futbolistas con una clara falta de bases técnicas y físicas que no nos permiten competir de modo profesional con el resto del mundo. Nos conformamos con el campeonatico casero y vemos como imposible tener un nivel parecido incluso al de México.
La solución no es sencilla, los puestos en instituciones de poder o en partidos políticos necesarios para hacer un cambio, están topados por los ineficientes, por aquellos que creen que por las influencias que tienen y no por su capacidad, tienen el derecho de estar “ad perpetuom” en estos puestos, manejando a su antojo los destinos del país.
Es momento de un cambio de mentalidad, de renovar las bases de los partidos políticos, gobiernos locales, cámaras y asociaciones.
Es hora salir a preguntar a los países y personas que saben cómo se deben hacer las cosas, porque ya estamos cansados de pagar los errores de quienes deben administrar nuestros recursos y de que los incapaces, sigan teniendo una vida de reyes a expensas de las calamidades que nos hacen pasar sin sufrir ellos ninguna pena o castigo.
Debemos tomar el control del barco y dar un golpe de timón, ya que la tripulación encargada de manejar el nuestro barco, nos ha demostrado que navegan sin brújula y con los dos ojos cerrados.
ANDRÉS GUZMÁN GÓMEZ