Voy aclarar que no estoy en contra de la apertura comercial, pues cada vez que aquí en Costa Rica, alguien medio critica la libertad comercial, lo acusan de comunista, socialista o seguidor de algunos dementes de América Latina. Estoy en total acuerdo con que la gente tenga opciones, compare, analice y decida sobre las diferentes opciones de mercado. Cero discusión en eso.
A lo que quisiera referirme hoy, es a esa costumbre que se está arraigando en muchos ticos, de ir a cuanta feria inventan y endeudarse hasta más no poder, comprando cosas que muchas veces no se necesitan, adquiriéndolas con los recursos que no se tieneny hasta hipotecando hasta el alma para simplemente estar a tono con la vorágine de consumo que esta moda de las expo dan.
Recientemente, se dio una la última Expo-móvil, que según las cifras preliminares fue más exitosa en término de número de carros vendidos que la del año anterior. A algunos mal pensadillos como yo, nos ha parecido algo extraño que justamente el día en que empezó, el tipo de cambio disminuyera más de 20 colones, pese a que llevaba ya semanas subiendo abrupta y alarmantemente.
¿Será acaso que estos malos pensamientos míos de que este asunto es pura manipulación, son reales? Dios quiera que no, que sea mi desconocimiento el culpable de tanta malicia y no que alguien mueve las fichas pensando en favorecer las ventas de unos y la colocación de créditos en otros, pues según dicen, el 90% de los créditos en esas ferias, la gente los tramita en dólares.
En todos los sondeos, los ticos exteriorizan las mismas preocupaciones. Muchos aducen que el peor de nuestros males es la pésima, insuficiente, maltrecha y deteriorada infraestructura vial, otros que es el aumento en el tipo de cambio, algunos se quejan por la contaminación del planeta a causa del uso de combustibles fósiles y el resto, se queja del costo de la vida, de la imposibilidad de hacer un negocio por los excesivos trámites en los bancos y hasta por la existencia de una banca para el desarrollo que no desarrolla ni un turno comunal.
Al prestar atención a estas válidas quejas de los ticos y contrastarlas con la demanda de carros nuevos adquiridos con deuda en dólares, termina uno por cuestionarse si las quejumbres de muchos ticos tienen un asidero lógico y una conciencia social auténtica o si no será otro signo más de nuestras muchas inconsistencias.
Qué hacer para que la razón invada a los ticos que somos tan vulnerables a ilusiones efímeras y a tomar decisiones que terminan en pesadillas para nuestras familias?