El mundo está sufriendo innumerables cambios, y en el nuevo tablero mundial la política, las relaciones internacionales, la geopolítica, juegan un papel de primer orden. Los problemas comunes como el terrorismo, el crecimiento económico sostenido, el cambio climático, que pasaron de ser un problema aislado a uno generalizado y de los cuales Costa Rica no puede ser un mero espectador, encomiendan a nuestro a país un actuar propio de nuestra capacidad.
Costa Rica al igual que con México, Estados Unidos, Canadá y el resto de Centroamérica, también debe ver al sur, sentirse parte de Latinoamérica, sentirse argentino, sentirse brasileño, sentirse chileno, sentirse peruano. Se deben ampliar nuestras expectativas, no creer en ese satanismo hacia la hermandad en esa parte del mundo, que podría llevarnos hacia la tierra del fuego o el Amazonas. Y dejando de ver en América del Sur solo las figuras de Hugo Chávez, el comunismo o la hoz y el martillo.
Eso también implica que actuemos con sabiduría, manteniendo nuestra posición fuera de cualquier corriente ideológica, que sepamos ser gente, no sentirnos tan diferentes, pero que actuemos tomando en cuenta que nuestra personalidad es una, y eso no se somete a discusión. Podemos demostrar un sinfín de cualidades, que nos hacen grandes: como la cultura, la capacidad tecnológica, nuestra biodiversidad, nuestra inteligencia, nuestra fe en la democracia y en nuestras instituciones, nuestra unidad y felicidad. Nuestra capacidad de negocio y de buen clima para la inversión.
Tenemos mucho que dar y mucho que recibir, no basta con quedarnos en simples discursos diplomáticos, en abrir embajadas en las zonas más escondidas del planeta, si no accionamos en la dirección correcta.
De esta forma los y las costarricenses podemos optar por nuevos horizontes de crecimiento económico, de inversión, de trabajo, de estudio y aprendizaje, de intercambio cultural. Fortaleciendo así nuestra relación con la región de la cual y como hemos podido constar con el conflicto nicaragüense, sigue siendo pilar diplomático.
Costa Rica debe y puede mirar al Sur sin ningún miedo, con la misma actitud inspiradora, positiva, y caudillista que nos embarcó en un viaje hacia China como la más fehaciente prueba de crecimiento, avance, buenas decisiones y creencia en que cuando queremos; podemos.
Fabián Gamboa Corrales.
El mundo está sufriendo innumerables cambios, y en el nuevo tablero mundial la política, las relaciones internacionales, la geopolítica, juegan un papel de primer orden. Los problemas comunes como el terrorismo, el crecimiento económico sostenido, el cambio climático, que pasaron de ser un problema aislado a uno generalizado y de los cuales Costa Rica no puede ser un mero espectador, encomiendan a nuestro a país un actuar propio de nuestra capacidad.
Costa Rica al igual que con México, Estados Unidos, Canadá y el resto de Centroamérica, también debe ver al sur, sentirse parte de Latinoamérica, sentirse argentino, sentirse brasileño, sentirse chileno, sentirse peruano. Se deben ampliar nuestras expectativas, no creer en ese satanismo hacia la hermandad en esa parte del mundo, que podría llevarnos hacia la tierra del fuego o el Amazonas. Y dejando de ver en América del Sur solo las figuras de Hugo Chávez, el comunismo o la hoz y el martillo.
Eso también implica que actuemos con sabiduría, manteniendo nuestra posición fuera de cualquier corriente ideológica, que sepamos ser gente, no sentirnos tan diferentes, pero que actuemos tomando en cuenta que nuestra personalidad es una, y eso no se somete a discusión. Podemos demostrar un sinfín de cualidades, que nos hacen grandes: como la cultura, la capacidad tecnológica, nuestra biodiversidad, nuestra inteligencia, nuestra fe en la democracia y en nuestras instituciones, nuestra unidad y felicidad. Nuestra capacidad de negocio y de buen clima para la inversión.
Tenemos mucho que dar y mucho que recibir, no basta con quedarnos en simples discursos diplomáticos, en abrir embajadas en las zonas más escondidas del planeta, si no accionamos en la dirección correcta.
De esta forma los y las costarricenses podemos optar por nuevos horizontes de crecimiento económico, de inversión, de trabajo, de estudio y aprendizaje, de intercambio cultural. Fortaleciendo así nuestra relación con la región de la cual y como hemos podido constar con el conflicto nicaragüense, sigue siendo pilar diplomático.
Costa Rica debe y puede mirar al Sur sin ningún miedo, con la misma actitud inspiradora, positiva, y caudillista que nos embarcó en un viaje hacia China como la más fehaciente prueba de crecimiento, avance, buenas decisiones y creencia en que cuando queremos; podemos.
Fabián Gamboa Corrales.