Martes, 10 Mayo 2011 05:25

Choferes irresponsables que quizá en brazos de la muerte pronto descansen

De regreso a casa esta tarde, vi la muerte dibujar su sonrisa siniestra en dos ocasiones. La primera vez, al menos tres personas estuvieron cerca de provocar una llamada de tristeza y desconsuelo a sus familias. Tres choferes irresponsables, indignos de poseer una licencia para conducir. No mostraron sentido de amor propio o amor por sus familias. Digo tres asumiendo que en esos carros no viajaba ningún acompañante, ninguna esposa, ningún hijo, ningún amigo.
Fue a la entrada de Heredia, a eso de las 5 de la tarde, el tren pitaba, la distancia entre los carros y el tren no sobrepasaba los cinco metros, hay señales de alto y un semáforo en rojo, sin embargo, esos tres choferes jugaron a la ruleta rusa con el tren. Fueron segundos, quienes hicimos el alto mirábamos atónitos como un irresponsable que se lanzó primero motivó a que otros dos le siguieran. El tren pitó, los tres se la jugaron, ganaron, que bien, esta vez pasaron, y me quedó la duda  hasta cuando la muerte les seguirá perdonando tan insensato acto.
Seguí mi camino meditando en la irresponsabilidad de una gran cantidad de choferes que apuestan sus vidas y las vidas ajenas. Pensaba también en la urgente necesidad de la instalación de las barandas de seguridad que detengan a los automóviles ante el paso del tren.
No me duró mucho la meditación, entrando a Barva, el semáforo en rojo detenía los automóviles y daba paso a los peatones. Otro intrépido chofer manejando un pick up blanco llamaba a la muerte, esta vez no para sí mismo, sino para los peatones que se disponían a cruzar en la zona de seguridad. Intrépido irresponsable, drogado quizá, sin justificación alguna, merecedor de encarcelamiento por manejo irresponsable,  nos rayó por la derecha a velocidad de autopista y solo un segundo hizo la diferencia entre la vida y la muerte de una precavida señora que cruzaba por la zona de seguridad.
La señora dio un paso, se detuvo y retrocedió justo en el momento en que el  pick up blanco pasaba. Una horrible tragedia fue evitada, quizás fue Dios o la muerte perdonó a una mujer inocente, una madre quizá, una hermana, una hija, una mujer que posiblemente salió de su casa  pensando en regresar. Gracias a Dios lo logró porque estuvo expuesta a la muerte por ese ser irresponsable del pickup blanco.
Tengo la esperanza que esos choferes intrépidos  escuchen este programa, que piensen que quizá pronto en la paz de la muerte descansen, quizá  la muerte no les perdone más, habrán logrado destruir sus vidas, pero dejaran tras de sí mucho dolor a sus familias o a familias ajenas, o peor aún pagaran un precio más alto al cargar de por vida una muerte en sus espaldas.
Por Cecilia Rodríguez Fernández - Cédula: 7-060-685
De regreso a casa esta tarde, vi la muerte dibujar su sonrisa siniestra en dos ocasiones. La primera vez, al menos tres personas estuvieron cerca de provocar una llamada de tristeza y desconsuelo a sus familias. Tres choferes irresponsables, indignos de poseer una licencia para conducir. No mostraron sentido de amor propio o amor por sus familias. Digo tres asumiendo que en esos carros no viajaba ningún acompañante, ninguna esposa, ningún hijo, ningún amigo.
Fue a la entrada de Heredia, a eso de las 5 de la tarde, el tren pitaba, la distancia entre los carros y el tren no sobrepasaba los cinco metros, hay señales de alto y un semáforo en rojo, sin embargo, esos tres choferes jugaron a la ruleta rusa con el tren. Fueron segundos, quienes hicimos el alto mirábamos atónitos como un irresponsable que se lanzó primero motivó a que otros dos le siguieran. El tren pitó, los tres se la jugaron, ganaron, que bien, esta vez pasaron, y me quedó la duda  hasta cuando la muerte les seguirá perdonando tan insensato acto.
Seguí mi camino meditando en la irresponsabilidad de una gran cantidad de choferes que apuestan sus vidas y las vidas ajenas. Pensaba también en la urgente necesidad de la instalación de las barandas de seguridad que detengan a los automóviles ante el paso del tren.
No me duró mucho la meditación, entrando a Barva, el semáforo en rojo detenía los automóviles y daba paso a los peatones. Otro intrépido chofer manejando un pick up blanco llamaba a la muerte, esta vez no para sí mismo, sino para los peatones que se disponían a cruzar en la zona de seguridad. Intrépido irresponsable, drogado quizá, sin justificación alguna, merecedor de encarcelamiento por manejo irresponsable,  nos rayó por la derecha a velocidad de autopista y solo un segundo hizo la diferencia entre la vida y la muerte de una precavida señora que cruzaba por la zona de seguridad.
La señora dio un paso, se detuvo y retrocedió justo en el momento en que el  pick up blanco pasaba. Una horrible tragedia fue evitada, quizás fue Dios o la muerte perdonó a una mujer inocente, una madre quizá, una hermana, una hija, una mujer que posiblemente salió de su casa  pensando en regresar.
Gracias a Dios lo logró porque estuvo expuesta a la muerte por ese ser irresponsable del pickup blanco.
Tengo la esperanza que esos choferes intrépidos  escuchen este programa, que piensen que quizá pronto en la paz de la muerte descansen, quizá  la muerte no les perdone más, habrán logrado destruir sus vidas, pero dejaran tras de sí mucho dolor a sus familias o a familias ajenas, o peor aún pagaran un precio más alto al cargar de por vida una muerte en sus espaldas.
Por Cecilia Rodríguez Fernández - Cédula: 7-060-685