Ese tipo de profesores – salvadas las excepciones que confirman la regla -, normalmente son los que más saben, y quienes más comprometidos están con el verdadero propósito de enseñar, ese que pretende formar valores, más allá del mero conocimiento o dominio de alguna destreza. Casi nunca son el “profe amigo”, por el contrario, en tanto son “el profe”, casi siempre se preocupan por guardar una prudente distancia; la que normalmente disminuye conforme empezamos a darnos cuenta de las ventajas que adquirimos como producto de los “sacrificios” que nos demandaron. Por culpa de ellos … no pudimos ir a jugar; sacrificamos momentos con los amigos; no fuimos de paseo con la familia, al concierto, o a la fiesta, en fin, sacrificamos parte del siempre valioso “tiempo” … del tiempo para lo que nos gusta! … y en lugar de ello, como constante común a todo ese tipo de profesores estrictos … aprendimos que para sumar un poquito más de valor en nuestras vidas … siempre necesitaremos “hacer un esfuerzo”; y que en la medida en que mantengamos, y hagamos parte de nuestra vida ese esfuerzo – lo que requiere disciplina -, no solo dejará de ser “esfuerzo” y “sacrificio”, sino que paulatinamente pasará a ser también parte del “tiempo que disfrutamos”, lo que nos colocará en la inmejorable condición de quizás, poder llegar a ser con el transcurso del tiempo, no solo más viejos sino también, un poco mejores.
Es desde esa perspectiva, que deseamos referirnos a lo que sucedió en el caso del profesor Pinto y la Selección Nacional, pensando en que se trata de un asunto que va más allá del ámbito deportivo, y que como tal debe ser analizado cuidadosamente, para aprender, antes de cerrar el caso, no limitándonos simplemente a pasar la página, como parece que algunos desean que ocurra. En todo el embrollo, hay al menos dos temas de fondo que deberían preocuparnos, pero que lamentablemente se diluyen entre chismes y habladurías. Por un lado, gran parte de las quejas esbozadas a manera de justificaciones por muchos de los actores que en su momento acompañaron al profesor Pinto, fueron sobre su carácter. Luego de su salida, sorpresivamente varios arremetieron en su contra acusándolo de ser extremadamente estricto y controlador. Nos llama la atención la queja, por cuanto todos conocían de antemano su carácter y forma de trabajo; tanto por su paso por otros países, como también por sus previas experiencias en CR. Por lo que acudir a ese argumento nos parece, bastante ilógico, por no decir inaceptable.
Por otra parte, se apuntaron también actuaciones del profesor Pinto, que según el dicho de algunos, fueron más allá de las líneas del respeto y la dignidad de las personas, tales como gritos, ofensas y humillaciones. Sobre éste punto en particular, sin más que el simple decir, francamente no nos parecen más que excusas, y en algunos casos, hasta un mal entendimiento de lo que es la dignidad humana. Pues de ser ciertas, las afirmaciones genéricas deben concretarse, y si lo fueron, como algunos han afirmado, no entendemos el motivo por el cual la Federación no paró en seco al señor Pinto, tomando oportunamente las medidas del caso, incluido en ese supuesto, el justificado despido. Aun más, si afirman que desde hacía un año y medio venían los problemas, quienes no actuaron son CORRESPONSABLES de ésta situación, incluidos aquellos que se rasgan ahora las vestiduras afirmando haber “sobrevivido en forma estoica”, en vez de haber intervenido en forma enérgica, impidiendo lo que ahora describen como atrocidades contra el cuerpo técnico y jugadores. Recordemos que también incumbe responsabilidad, a quien presenciando o simplemente teniendo conocimiento de una agresión, no hace algo determinante para detenerla!. Lamentablemente, sabemos que en nuestro medio, tirar cortinas de humo, para desviar la atención de lo verdaderamente importante, es una práctica común para eludir los temas que pueden resultar de alguna manera incómodos. Pero aquello, ni lo enseñan los profesores rigurosos y disciplinados, ni es práctica que permita aprender para el crecimiento colectivo, o corregir para no volver a incurrir en los mismos errores.
Concentrándonos en lo fundamental, creemos que en todo esto han existido intereses mezquinos y egoístas que han lesionado y ofendido profundamente a nuestros ciudadanos, pero principalmente a miles de niños y jóvenes, aún a los que no gustan del fútbol. Al calor de los logros, no solo nos sentimos felices y orgullosos de ser costarricenses, sino que también nos hizo vislumbrar el rescate de valores que parecían perdidos. Vimos – o quisimos ver -, cualidades que hace mucho no veíamos; se identificaron líderes positivos a quienes nuestra juventud podría seguir como modelo de lucha, sacrificio y superación, y sobre todo, tuvimos la certeza de que esforzándonos podemos lograr cualquier cosa, pues los sueños … con disciplina y valor pueden ser hechos realidad.Los éxitos de la Selección en Brasil, como cualquier otro logro en la vida, requirieron de corrección, críticas, disciplina, constancia, sacrificio, estudio, trabajo llevado a cabo en forma tan brillante que nos sorprendieron y enorgullecieron a todos, en especial, porque vimos que fueron dejados de lado los “amiguismos”, las argollas y los individualismos, para constituir un equipo donde las contribuciones constituyeron el “todo” de los logros obtenidos. El Profesor, el cuerpo técnico y sus pupilos nos hicieron pensar que SI PODEMOS! … superando con el ejemplo que creímos estar recibiendo, la siempre latente pero incierta esperanza que involucra el… SI SE PUEDE!. Si fuéramos capaces de reflexionar en estas cosas, con la cabeza fría para no desviarnos de lo esencial, tal vez podríamos brindar un mejor ejemplo a nuestros niños y jóvenes, quienes merecen y requieren una actuación más transparente, y sujeta a los valores que decimos profesar. Y así, como con el buen profesor, el estricto, tratar de ser un poco mejores personas… Antes de pasar la página, mejor … PINTO, FINAL!
Ana Gabriela Zúñiga Valerín y Rigoberto Urbina Vargas