Lunes, 03 Enero 2011 07:56

Ama un solo día, y el mundo habrá cambiado

Iniciar un año como si nada, es una enorme irresponsabilidad, pues un año de vida es un regalo muy grande como para desperdiciarlo. El inicio de un nuevo año es el momento para reunir las fuerzas y toda la ilusión para comenzar el mejor tiempo de la vida, porque el que se proponga convertir este en su mejor año, lo puede lograr.
El año nuevo es una oportunidad más para convertir la vida, el hogar o el trabajo en ámbitos distintos. "Quiero una vida diferente”, “voy a comenzar bien”, “sí puedo lograrlo”, “¿qué requiero para hacerlo?”, “¿por qué no cumplí las metas en este año?”, “¿qué dejé de hacer?”, “¿en qué debo cambiar?”…,  son algunos pensamientos que podrían ayudarnos a terminar bien el dos mil diez y comenzar mejor el dos mil once.
Quizá el dos mil diez no fue el mejor año, pero por qué no pensar que el dos mil once va a ser distinto;  es un deseo, es un propósito, es una voluntad, y no debemos echarlo a perder. No olvidemos que tenemos otra oportunidad la cual no debemos desperdiciar porque la vida es realmente breve. Ya lo afirmaba el poeta inglés Robert Browning: “Ama un solo día, y el mundo habrá cambiado”.
Entonces por qué no aventurarnos a decir: "Desde hoy, desde este primer día, desde bien temprano, todo será distinto” En mi hogar, voy a desterrar ese egoísmo e indiferencia que tantos males provoca, voy a estrenar un nuevo amor con mi familia, seré mejor padre, madre, hermano o hijo.
Seré también distinto en mi trabajo, no porque vaya a cambiarlo, sino por el firme compromiso de ser mejor en él, en vez de quejarme por levantarme temprano y salir tarde, agradeceré que tengo con qué obtener el pan de cada día mientras hay tantos quienes hoy están desempleados.
Incluso podríamos desempolvar nuestra solidaridad para poner un poco más de empatía y generosidad en nuestra jornada diaria. La sociedad debería cansarse de seguir siendo egoísta, apática, intolerante, violenta, irrespetuosa e injusta. Aspiremos a otro estilo de vida, a otra forma de ser, una más positiva, más fraterna, juiciosa y humana…, ¿por qué no intentarlo?...
De ahí deberíamos sacar los grandes argumentos para enfrentar el dos mil once; las grandes razones para un cambio radical en donde no queramos resignarnos a ser iguales, sino a luchar, a trabajar, a crecer, progresar, y a querer empezar un nuevo año positivamente. De nosotros, exclusivamente, depende el qué vamos a hacer con él, cuáles serán nuestras metas y con cuál actitud vamos a enfrentarlo…
Por ello, el momento es propicio para reflexionar internamente sobre experiencias pasadas, situaciones presentes y el porvenir. Para aprender del pasado, disfrutar el presente y construir un futuro mejor. Lógicamente, siempre podemos escoger entre vivir el mundo tal cual lo conocemos o cambiarlo por el que deseamos, la decisión al final es, si así lo queremos, de cada uno según decida ejercitar su albedrío.
Definitivamente me uno a los grandes insatisfechos, a los que reniegan de la mediocridad, a los que rechazan el conformismo y la apatía, a los que piensan y actúan en grande, a los optimistas, y  a los que, aún conscientes de sus debilidades, confían y luchan por una vida mejor, por un año colmado de paz, amor, salud, armonía, unión, felicidad y prosperidad para todos.  ¿Y usted?...
Iniciar un año como si nada, es una enorme irresponsabilidad, pues un año de vida es un regalo muy grande como para desperdiciarlo. El inicio de un nuevo año es el momento para reunir las fuerzas y toda la ilusión para comenzar el mejor tiempo de la vida, porque el que se proponga convertir este en su mejor año, lo puede lograr.
El año nuevo es una oportunidad más para convertir la vida, el hogar o el trabajo en ámbitos distintos. "Quiero una vida diferente”, “voy a comenzar bien”, “sí puedo lograrlo”, “¿qué requiero para hacerlo?”, “¿por qué no cumplí las metas en este año?”, “¿qué dejé de hacer?”, “¿en qué debo cambiar?”…,  son algunos pensamientos que podrían ayudarnos a terminar bien el dos mil diez y comenzar mejor el dos mil once.
Quizá el dos mil diez no fue el mejor año, pero por qué no pensar que el dos mil once va a ser distinto;  es un deseo, es un propósito, es una voluntad, y no debemos echarlo a perder. No olvidemos que tenemos otra oportunidad la cual no debemos desperdiciar porque la vida es realmente breve. Ya lo afirmaba el poeta inglés Robert Browning: “Ama un solo día, y el mundo habrá cambiado”.
Entonces por qué no aventurarnos a decir: "Desde hoy, desde este primer día, desde bien temprano, todo será distinto” En mi hogar, voy a desterrar ese egoísmo e indiferencia que tantos males provoca, voy a estrenar un nuevo amor con mi familia, seré mejor padre, madre, hermano o hijo.
Seré también distinto en mi trabajo, no porque vaya a cambiarlo, sino por el firme compromiso de ser mejor en él, en vez de quejarme por levantarme temprano y salir tarde, agradeceré que tengo con qué obtener el pan de cada día mientras hay tantos quienes hoy están desempleados.
Incluso podríamos desempolvar nuestra solidaridad para poner un poco más de empatía y generosidad en nuestra jornada diaria. La sociedad debería cansarse de seguir siendo egoísta, apática, intolerante, violenta, irrespetuosa e injusta. Aspiremos a otro estilo de vida, a otra forma de ser, una más positiva, más fraterna, juiciosa y humana…, ¿por qué no intentarlo?...
De ahí deberíamos sacar los grandes argumentos para enfrentar el dos mil once; las grandes razones para un cambio radical en donde no queramos resignarnos a ser iguales, sino a luchar, a trabajar, a crecer, progresar, y a querer empezar un nuevo año positivamente. De nosotros, exclusivamente, depende el qué vamos a hacer con él, cuáles serán nuestras metas y con cuál actitud vamos a enfrentarlo…
Por ello, el momento es propicio para reflexionar internamente sobre experiencias pasadas, situaciones presentes y el porvenir. Para aprender del pasado, disfrutar el presente y construir un futuro mejor. Lógicamente, siempre podemos escoger entre vivir el mundo tal cual lo conocemos o cambiarlo por el que deseamos, la decisión al final es, si así lo queremos, de cada uno según decida ejercitar su albedrío.
Definitivamente me uno a los grandes insatisfechos, a los que reniegan de la mediocridad, a los que rechazan el conformismo y la apatía, a los que piensan y actúan en grande, a los optimistas, y  a los que, aún conscientes de sus debilidades, confían y luchan por una vida mejor, por un año colmado de paz, amor, salud, armonía, unión, felicidad y prosperidad para todos.  ¿Y usted?...