Los economistas no encuentran una salida porque falta mucho más que las recetas añejas. Algo así, sin explicación, ocurre en muchos lugares. El planeta cambia por culpa del ser humano, se calienta peligrosamente, y la sociedad, la civilización, busca una salida. Por su afán de supervivencia, el ser humano encontrará salidas a la crisis. Por instinto de supervivencia, debemos entender pronto que el modelo actual no es sostenible. Sólo Estados Unidos gasta una tercera parte de la energía del mundo. Y no ha firmado protocolos fundamentales para detener el calentamiento global. Nosotros, como país, le hemos demostrado al mundo que podemos dar lecciones de civismo y de desarrollo sostenible: tenemos una cuarta parte del territorio en zonas protegidas, pagamos servicios forestales o ambientales a quienes cuidan sus bosques propios, no tenemos ejército desde hace más de medio siglo e inventamos una forma diferente de convivencia obrero patronal y de ahorro en las empresas, que se llama solidarismo.
Pero como sociedad también estamos debiendo. El país se nos cae a pedazos: puentes derribados, carreteras que no dan la talla, caminos colapsados, ausencia de una modernización de la obra civil en general, puertos que están entre los peores del mundo… Basta con ir a Panamá, para notar el retraso que tenemos en infraestructura. Y la única salida que tenemos es ponernos de acuerdo.
Urge una convergencia nacional. Así como en la década de los 40 del siglo pasado, Costa Rica dio un salto con la Caja del Seguro Social, las Garantías Sociales, la UCR, el Código de Trabajo, la nacionalización de la banca y la abolición del ejército, por lo cual pasamos de ser un país de gente descalza y sin dientes, con una expectativa de vida de poco más de 50 años, a una sociedad que compite con el Primer Mundo en índices como cantidad de muertes a la hora de nacer, así como nuestros antepasados pudieron dar ese salto, ahora nos corresponde ponernos de acuerdo, sentarnos a pensar el país que queremos y ponernos a soñar con un país diferente en un mundo diferente, donde la información y la tecnología hacen que tengamos una ilusión por construir una sociedad más justa y más equilibrada… Es el momento de que organizaciones sociales como las cooperativas y las asociaciones solidaristas, así como las asociaciones de desarrollo, las organizaciones no gubernamentales y los partidos políticos empecemos a ponernos de acuerdo con base en premisas nuevas, soñando y visualizando una forma de convivencia diferente. Así como Costa Rica fue el primer país del mundo en abolir su ejército, y el primer país del mundo en proteger una cuarta parte de su territorio, y el primer país del mundo en cobijar una forma diferente de relación en las empresas que se llama solidarismo, debemos adelantarnos en el esfuerzo de generar un movimiento de convergencia nacional.