Para poder salir del letargo, de la desidia, del tortuguismo, evidentemente había que entrarle a hacer cambios al Reglamento de la Asamblea Legislativa para buscar acelerar los procedimientos parlamentarios.
Afortunadamente, el Congreso dio un primer paso al acordar modificar varios artículos que contribuirán a agilizar la labor parlamentaria, aunque debemos decir que falta camino por recorrer.
La reforma aprobada por 41 diputados y diputadas permite más transparencia y racionalidad en la Asamblea Legislativa.
Transparencia, por cuanto de ahora en adelante las actas del Plenario deberán dejar constancia de cómo votan cada proyecto los diputados y diputadas.
Racionalidad, por cuanto se acorta el uso de la palabra y se limita la presentación de mociones de fondo en la etapa del Plenario.
Actualmente, el artículo 137 del Reglamento de la Asamblea Legislativa permite que los diputados, una vez que el proyecto ya sido discutido, modificado y dictaminado el proyecto pueda presentarle mociones al texto en la eta del Plenario durante cuatro sesiones que envían de nuevo el texto a comisión y hace que el proceso se torne más lento y engorroso.
La reforma reduce esa posibilidad a la mitad, es decir dos sesiones, con lo cual se logra una gran economía en tiempo y recursos.
La modificación ha sido una aspiración de muchos y en diversas Administraciones ha topado con las mismas excusas.
Finalmente, encontró eco en el más curioso de los más parlamentos: integrado por nueve fracciones, con varias fricciones internas entre bancadas y en una legislatura en que gobernante Partido Acción Ciudadana no ejerce el control en la Asamblea.
La Asamblea Legislativa da un paso importante, ciertamente insuficiente, pero avance al fin. La voluntad de todas las fracciones, menos una, le ha permitido transparentar sus decisiones y agilizar los procesos.
Sin renunciar al derecho de expresar ideas, pensamientos y argumentos, se autorregula al disminuir el uso de la palabra.
La reforma reglamentaria es uno de los elementos que hemos venidos apuntando en la dirección de reformar el Estado costarricense desgastado, inútil, atrofiado.
Que la Asamblea Legislativa se haya atrevido a hacer esta modificación es una buena señal.
Es una señal de que el país puede revisarse, reencontrarse, redefinirse.
Una Asamblea Legislativa más transparente, en la que usted como ciudadanos, puede ir a consultar cómo votaron sus representantes es una señal de que en tiempos como los actuales todos los costarricenses podemos transparentar nuestras acciones por el bien de Costa Rica.
Un Congreso que decidió recortarse los días para mocionar puede darnos una señal de que hay privilegios que deben eliminarse.
Un Parlamentario que se recortó el uso de la palabra es una buena señal de que se requiere hablar menos y actuar más.
Comentario del diputado Mario Redondo