Jueves, 25 Abril 2013 05:28

Aclarando conceptos

Como Director de este de programa, creo importante insistir, por respeto a nuestros radioescuchas y a todos nosotros, quienes laboramos en él, que fundamentalmente Panorama es una revista informativa que busca generar información variada que, a su vez, promueva la cultura, la ciencia, el conocimiento, la divulgación y el reforzamiento de los valores democráticos costarricenses.

 

 

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Como medio de comunicación subsiste gracias a la pauta publicitaria pagada, la cual es muy variada y proviene de diferentes anunciantes, los que pueden ser privados y públicos. Todos con un mensaje que les interesa dar a conocer y en apego a nuestras libertades constitucionales, tienen todo el derecho a hacerlo.
Sin embargo, hay unas cuantas personas que no están de acuerdo con algunos mensajes publicitarios, por lo que de manera irreflexiva y hasta irrespetuosa se manifiestan en contra de su difusión. Cuando, precisamente, uno los mayores valores democráticos radica en la libertad de expresión, siempre y cuando su ejercicio se haga con respeto a la ley, a las buenas costumbres y a la honra de las personas.
Cumplidos esos principios no existe razón válida para que un mensaje sea publicitario o de pensamiento no sea difundido; aunque cada persona está en plena libertad de negarse a atenderlo ad portas, solo porque siente que atenta contra sus creencias pero cosa muy distinta es exigirle a un medio de comunicación que no lo transmita. Cercenándole así un derecho consagrado en la Constitución Política a quien busca hacer público un mensaje.
Otro aspecto que considero pertinente mencionar es que el mensaje o anuncio publicitario no necesariamente tiene que ser compartido por el medio de comunicación en el que es difundido. Pero insisto, mientras que los aspectos legales y morales sean respetados, la difusión de un pensamiento o mensaje publicitario no tiene por qué estar en la misma línea editorial del medio que lo difunde.
El respeto al derecho ajeno a expresar el pensamiento, pagado o no, es uno de los pilares del sistema democrático y debe ser atendido respetuosamente, en todos sus extremos, sin que medie censura alguna, excepto por limitaciones legales y morales, solo por el hecho de no compartir lo que otros tengan que decir.