Nótese que dice unión de cosas y no de personas y aquí tenemos una gran inconsistencia en la práctica nacional al realizar alianzas políticas, las que desde siempre, han girado exclusivamente sobre personas, sobre dirigentes políticos y quizás la única cosa presente, que ha unido a quienes buscaron aliarse, ha sido el ganar una elección presidencial y/o sacar del poder al Partido Liberación Nacional.
Después de los hechos bélicos de mil novecientos cuarenta y nueve, se dieron las siguientes alianzas, entre el partido Unión Nacional y el Calderonismo, que llevó a la Presidencia de la República, a don Mario Echandi Jimenez, de gratísima memoria para este servidor de ustedes; luego vino otra que terminó con la conformación del partido Unificación Nacional que llevó a la primera magistratura a don José Joaquín Trejos Fernández y la última alianza, como tal, fue la que dio origen a la Coalición Unidad, que logró elegir a don Rodrigo Carazo Odio y que posteriormente se convirtió en el partido político con el nombre Partico Unidad Social Cristiano y ya no fue más una coalición.
En todos esos casos privó el signo personal de los elegidos, su experiencia política, su visión, carisma y sus capacidades personales, con la excepción de don José Joaquín que fue escogido por la dirigencia que dirigía la oposición a Liberación; unos fueron exitosos en su gestión presidencial otros no tanto, en todo caso, no es mi intención ahondar en este aspecto, sino citarlos como hechos históricos.
Pero lo importante de destacar, el denominador común, la cosa que los unió en todas esas oportunidades, fue ganar las elecciones presidenciales o sea sacar a Liberación del Poder Ejecutivo y no así proponer un nuevo paradigma de desarrollo para Costa Rica. De ahí que, en lo estructural, entraba una agrupación diferente a dirigir el Ejecutivo y las instituciones estatales seguían operando como si no hubiera había un cambio en la cabeza de la Administración Pública y así sus males estructurales persistieron y con ellos todas y todos los costarricenses fuimos viendo, como a través de los años, y en especial en los últimos treinta, las instituciones públicas satisfacían menos necesidades y expectativas de los ciudadanos pero cuando lo hacían, era de forma ineficiente e ineficaz.
Por los vientos que corren parece que, de cara al dos mil catorce, estamos a las puertas de ver una o más alianzas políticas, nuevamente, gestadas por dirigentes políticos tradicionales, aunque pareciera según han dicho algunos de ellos, que la amalgama será una Propuesta-país. Esto es lo deseable y únicamente válido para unirse; tendremos que esperar para ver qué rumbo y sobretodo cuál intención llevarán esos intentos por aliarse pero sobre esto volveré más adelante. ORLANDO CASTRO QUESADA
Los medios de comunicación nos han venido bombardeando con notas asociadas a las distintas iniciativas de buscar alianzas de cara al proceso electoral del dos mil catorce. Lo prudente que habría que decir antes de continuar, es definir qué debemos entender por Alianza y el diccionario de la Real Academia Española nos da cinco acepciones para esta palabra y por el contexto en el que quiero hablar, escogí la que dice que es: Unión de cosas que concurren a un mismo fin.