Si se inspecciona una pequeña muestra de casos, como el descrito, los encontraremos a lo largo y ancho del país. En San Antonio de Belén se dio una situación como esas y la municipalidad procedió a demoler estructuras que les había restado espacio a varios arroyos. Y así sucede en San José, Alajuela y tantas otras ciudades que por falta de planificación y abuso de vecinos, sufren de esos desbordamientos.
Por ello, concluyo:
Primero: hay una incultura generalizada de botar todo tipo de desechos a los cauces de ríos y acequias, que los convierten en basureros y cloacas a cielo abierto. Eso será “devuelto”, siempre.
Segundo: hay vecinos a estos afluentes y confluentes quienes se lo “apropiaron” y construyeron, sobre ellos, tapias, puentes y hasta casas o habitaciones, “retrete” incluido. Por ello, hablando claro: el agua no se mete a las casas; son éstas las que meten al agua.
Tercero: El gobiernoes un mero administrador de los fondos públicos, de modo que para algunos “vividores” en muy fácil meterse en una de estas “construcciones”, en márgenes de ríos y que el Estado venga en su auxilio, a repartir plata y darles casa nueva. Ello ya es un negocio redondo para muchos, cada año.
Y lo peor es que luego ni alquilan casa ni salen del mismo sitio, pues, como circulo vicioso, saben que el otro año, “aguantándola un poco”, le darán más y así se convierten en los “clientes” seguros de bonos y otras prebendas. La Comisión Nacional de Emergencias lo ha dicho reiteradamente: muchos quienes reciben plata de esta forma, se les hace “vicio”; es un “negociazo”.
Y, por último, pero quizá el más importante: la ineficiencia municipal al no detener obras que se levantan ¡en sus propias narices! Quienes practican, como deporte, estas “mañas” son bien conocidas por todos, así que no hay pretexto para que las “autoridades” se hagan de la vista gorda. Deben actuar pues es para ello que se le dió tan delicada tarea.
Esto de “las llenas” significa un platal despilfarrado, cada año, cuando “los mismos” hacen su agosto y, aunque reconocemos que sí hay familias honradas, que son muchas y necesitan apoyo estatal, lo del gastadero con los que no les pertenece hay que pararlo, en seco, de una buena vez.
No me cansaré de decirlo: se volvió común que muchos construyan casas o ranchos, sin permiso alguno, en las laderas de ríos, acequias y demás confluentes e incluso llegan al extremo de meterse al caudal de aquéllos y al “ahogarlos” obviamente ellos tienden a salirse y provocar inundaciones.
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