Costa Rica está obesa o para ser más claro: ESTÁ GORDA. Esa es la sentencia de sendos estudios que dan cuenta de la lamentable situación en nuestros niños, adolescentes y adultos. Aunque la verdad sea dicha, no hacen falta estos estudios para concluir tan lapidaria sentencia, pues solo basta con darse una miradita entre la gente que día a día circula por las calles, donde es común que las panzas desborden pantalones y faldas de muchos transeúntes.
No tengo datos más actualizados, pero en 2010 de acuerdo con datos del Centro Centroamericano de Población de la Universidad de Costa Rica, la prevalencia de obesidad era del 26 por ciento y creo que no hemos evolucionado mucho que digamos. Por otro lado, Costa Rica forma parte de la lista de los seis países latinoamericanos con mayor porcentaje de obesidad, según datos presentados a finales de 2011 en el Congreso Latinoamericano de Obesidad.
El aumento en la ingesta calórica y el sedentarismo coloca rápidamente a los países de Latino América en porcentajes similares a los que se maneja en países como Estados Unidos, que porcentualmente muestran estadísticas alarmantes sobre la población que sufre de obesidad. Esto es realmente, un enorme problema de salud pública que requiere de urgente atención por parte de la población. Digo la población y NO el Gobierno, porque no debemos endilgarle a nadie esta responsabilidad, pues es un problema público en el que el llamado a resolverlo es personal.
Ya que con la obesidad se relacionan enfermedades como la hipertensión y múltiples enfermedades articulares en las extremidades y diabetes, ya que en Costa Rica el número de hipertensos es superior a las 900 mil personas y en vista de que yo tengo herencia genética de hipertensión, me decidí a tomar acción en contra de estas amenazas para mi vida y aquí les va mi testimonio.
Después del respectivo cheque médico para descartar riesgos, en setiembre pasado, me inscribí en una de esas carreras que semana a semana se hacen en el país. Fue una enorme sorpresa, ver que podía correr 8 kilómetros; lo que me motivó a inscribirme cada mes en al menos una carrera de 10 kilómetros y así pude lograr varias en estos meses. Recientemente, pude correr una media maratón y con eso, terminé por derribar ese montón de incapacidades que no sé de dónde carajos había tomado y que me impedían, tomar yo el control para esa decisión tan importante como lo es, hacer ejercicio físico de forma regular.
Tal vez mis consigas les ayuden a algunos: “Al piso los complejos y al diablo los mitos y el temor”, a disfrutar el paisaje que ofrecen zonas como el Valle de Ujarrás o el San José nocturno corriendo por la Avenida Central. Yo he disfrutado muchísimo el apoyo de mi familia y hasta he ido contagiando a algunos, me ha conmovido ver las viejitas en las calles aplaudiéndole a uno cuando pasa, ha sido estimulante el correr de niños y jovencitos al lado de sus padres y tengo que admitirlo: ha sido hermoso que le pongan a uno una medalla de participación en el pecho y sentirse un atleta.
Ya somos miles los que nos decidimos a dejar el control del TV y preferimos correr escuchando la Radio, lo que significa que la Radio hasta promotora de salud se ha vuelto. Mientras la vida me lo permita, seguiré corriendo y lo seguiré disfrutando mucho y espero que pronto mis hijitos me acompañen en los recorridos de mis carreras.
Son tiempos los actuales en los que Nery Brenes o Andrey Amador son referentes de motivación esenciales para que las nuevas generaciones den el paso por la práctica de deportes. En el caso de los adultos como yo, tal vez la motivación no sea subirnos a los podios olímpicos; pero que sea la salud y la buena vida la que nos impulse a ponernos las tenis y los audífonos del radio y que, con cada kilómetro recorrido, demos testimonio elocuente de que nuestras limitaciones solo están en la mente... Comentario de Alexander Hernández Camacho,
Costa Rica está obesa o para ser más claro: ESTÁ GORDA. Esa es la sentencia de sendos estudios que dan cuenta de la lamentable situación en nuestros niños, adolescentes y adultos. Aunque la verdad sea dicha, no hacen falta estos estudios para concluir tan lapidaria sentencia, pues solo basta con darse una miradita entre la gente que día a día circula por las calles, donde es común que las panzas desborden pantalones y faldas de muchos transeúntes.
No tengo datos más actualizados, pero en 2010 de acuerdo con datos del Centro Centroamericano de Población de la Universidad de Costa Rica, la prevalencia de obesidad era del 26 por ciento y creo que no hemos evolucionado mucho que digamos. Por otro lado, Costa Rica forma parte de la lista de los seis países latinoamericanos con mayor porcentaje de obesidad, según datos presentados a finales de 2011 en el Congreso Latinoamericano de Obesidad.
El aumento en la ingesta calórica y el sedentarismo coloca rápidamente a los países de Latino América en porcentajes similares a los que se maneja en países como Estados Unidos, que porcentualmente muestran estadísticas alarmantes sobre la población que sufre de obesidad. Esto es realmente, un enorme problema de salud pública que requiere de urgente atención por parte de la población. Digo la población y NO el Gobierno, porque no debemos endilgarle a nadie esta responsabilidad, pues es un problema público en el que el llamado a resolverlo es personal.
Ya que con la obesidad se relacionan enfermedades como la hipertensión y múltiples enfermedades articulares en las extremidades y diabetes, ya que en Costa Rica el número de hipertensos es superior a las 900 mil personas y en vista de que yo tengo herencia genética de hipertensión, me decidí a tomar acción en contra de estas amenazas para mi vida y aquí les va mi testimonio.
Después del respectivo cheque médico para descartar riesgos, en setiembre pasado, me inscribí en una de esas carreras que semana a semana se hacen en el país. Fue una enorme sorpresa, ver que podía correr 8 kilómetros; lo que me motivó a inscribirme cada mes en al menos una carrera de 10 kilómetros y así pude lograr varias en estos meses. Recientemente, pude correr una media maratón y con eso, terminé por derribar ese montón de incapacidades que no sé de dónde carajos había tomado y que me impedían, tomar yo el control para esa decisión tan importante como lo es, hacer ejercicio físico de forma regular.
Tal vez mis consigas les ayuden a algunos: “Al piso los complejos y al diablo los mitos y el temor”, a disfrutar el paisaje que ofrecen zonas como el Valle de Ujarrás o el San José nocturno corriendo por la Avenida Central. Yo he disfrutado muchísimo el apoyo de mi familia y hasta he ido contagiando a algunos, me ha conmovido ver las viejitas en las calles aplaudiéndole a uno cuando pasa, ha sido estimulante el correr de niños y jovencitos al lado de sus padres y tengo que admitirlo: ha sido hermoso que le pongan a uno una medalla de participación en el pecho y sentirse un atleta.
Ya somos miles los que nos decidimos a dejar el control del TV y preferimos correr escuchando la Radio, lo que significa que la Radio hasta promotora de salud se ha vuelto. Mientras la vida me lo permita, seguiré corriendo y lo seguiré disfrutando mucho y espero que pronto mis hijitos me acompañen en los recorridos de mis carreras.
Son tiempos los actuales en los que Nery Brenes o Andrey Amador son referentes de motivación esenciales para que las nuevas generaciones den el paso por la práctica de deportes. En el caso de los adultos como yo, tal vez la motivación no sea subirnos a los podios olímpicos; pero que sea la salud y la buena vida la que nos impulse a ponernos las tenis y los audífonos del radio y que, con cada kilómetro recorrido, demos testimonio elocuente de que nuestras limitaciones solo están en la mente... Comentario de Alexander Hernández Camacho,