Domingo, 27 Enero 2008 18:00

TOROS A LA TICA.

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Un torero improvisado muerto, otro con el recto y los intestinos perforados, algunos con secuelas de lesiones que les acompañarán el resto de sus días y aquí en tiquicia, como si no pasara nada.

 Los toros a la tica constituyen una tradición, pero no por eso lo que sucede en un redondel debe quedar escrito en piedra y sin perder la esencia de los levantines y los sustos que tanto disfrutan algunos, el tema pasa por el hecho  de si se debe o no permitir como hasta ahora, este resabio del circo romano,.

 No basta con recortarle un poco los pitones a las reses, eso tiene poca importancia  cuando se trata de una bestia de más de mil libras desplazándose a una velocidad considerable y si no pueden abolirse las corridas como pareciera lo sensato, al menos deberían forrársele los cachos al animal y quien quiera llevarse un sopapo que lo aguante, pero de ahí a cubrirle entre todos los gastos médicos a alguien que en uso de sus facultades se expone de esa manera, no es mas que una forma mal entendida de solidaridad.

 En este país que a veces pareciera vivir en una pura fiesta, prácticamente todas las semanas en algún punto de la geografía nacional tenemos algún lesionado, ya sea por las corridas al estilo propio de la Meseta Central o por la monta tan propia de otras regiones.

 En esta tierra que se dice amante de la naturaleza y la paz, las sorpresas son el pan de cada día y ahora resulta que en unas fiestas en Cartago, como gran novedad y a vista y paciencia de los padres de familia, llenan el redondel con niños que ruedan bajo los golpes de terneros y vaquillas encastadas y para colmo de males, en una televisora, que debería estar llamada a formar opinión pública ante tal despropósito, felicitan a los organizadores por la feliz idea.

 Si como nación no hacemos algo ya, en el futuro cuando la arena se vuelva a teñir de sangre, de ese color deberíamos tener la cara por la vergüenza.