Con gran acierto, nuestro Ministro de Educación, Leonardo Garnier, ha iniciado toda una nueva era de cambios en su área, utilizando como apoyo al Consejo Superior de Educación, injustamente relegado al olvido. La más reciente noticia es que el Ministerio eliminará las pruebas nacionales de noveno año, igual que ya lo hizo antes con las de sexto grado, sometiendo a pruebas de diagnóstico a un grupo de estudiantes seleccionados con el fin de obtener una muestra del desempeño de algunos colegios.
Es evidente que Costa Rica se encuentra en un proceso de metaformosis que demanda el liderazgo de funcionarios públicos dispuestos a romper esquemas ilógicos y a llevar su gestión más allá del tradicional estatismo que ha marcado, durante las últimas décadas, el quehacer de la república. En tal sentido, el ministro Garnier parece haber sintonizado la apremiante necesidad de cambio, aunque esto, a un liberal empedernido como yo, lo deje con una ansiedad imparable de más y más cambios...
En Costa Rica, debemos pasar de un sistema educativo estandarizado que busca la creación de ciudadanos uniformes, al son del himno y de dogmas oficiales, a uno que impulse la creación de individuos independientes, dotados de las herramientas cognitivas para enfrentar la enorme competencia ante la masa de capital humano preparado que el propio sistema global exige; y las preguntas de rigor que el Estado debe formularse hoy en día son: ¿para qué educamos? y ¿quién debe educar?
Les adelanto una respuesta: educamos - en mi opinión - para aprovechar la inmensa capacidad del cerebro humano, con el anhelo de que cada individuo, al exaltar su preciosa arquitectura cerebral, maximice su inventario de bibliotecas asociativas, de forma tal que estas puedan ser utilizadas a la hora de resolver problemas individuales y colectivos a la vez, hallando a lo largo de todo este movimiento paz interior y un sentido propio de bienestar.
Acerca de quién debe educar, se presentan varios dilemas. Quizá el Señor Ministro Garnier podría marcar la cancha en tamaña cuestión si se dispone a evaluar diferentes esquemas administrativos, organizacionales y pedagógicos, tras la idea-fuerza de impulsar la evolución y adaptación del sistema educativo a un régimen más acorde con la experiencia del cambio continuo que vivimos ahora y aquí los costarricenses.