Domingo, 30 Marzo 2008 18:00

Primero debe cambiar el hombre para que el mundo cambie.

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Esta frase es muy atinente una vez concluida la Semana Santa, la cual obliga a todos los costarricenses a una profunda reflexión.
Particularmente, la fe cristiana invita al ser humano a resucitar con Cristo; eso implica ser hombres y mujeres nuevos, renovados y dispuestos a un cambio significativo en nuestras vidas, ese cambio es precisamente al que hago la invitación en este día.


Ese nuevo paradigma al que estamos llamados a ser parte debe entenderse en un contexto integral, no solamente desde el punto de vista espiritual, sino social, profesional y personal.

El mayor reto del costarricense se encuentra en su mentalidad y accionar; estos dos aspectos son lo único que puede marcar la diferencia en el devenir de esta gran nación; a quien todos deberíamos respetar, cuidar, proteger y ayudar a crecer. Es fundamental recordar que esa ardua labor no es solamente de unos pocos, sino que la contribución de cada uno de nosotros es la clave del éxito.

Es triste por citar algunos ejemplos, evidentes y cotidianos, ver como la basura inunda las calles de los barrios de las distintas provincias, pareciera que al costarricense le encanta vivir entre desechos.

De antemano se sabe que existen días y horarios específicos de recolección de basura, y que en Semana Santa también los funcionarios tienen derecho asistir a los respectivos oficios religiosos o simplemente compartir su tiempo con la familia.

En ese sentido, la obligación de cada uno de nosotros es mantener los desechos en algún lugar destinado para ello y en el momento en que se reinicie las labores de recolección colocarlo afuera de su vivienda, nunca antes.

Todo indica, que la labor del costarricense termina cuando deja su basura en cualquier lugar, por supuesto, no al frente de su casa, y en el momento menos indicado. ¡No!

Es necesario cambiar de mentalidad. El respeto hacia los demás se ha perdido en nuestra sociedad, y en muchos casos, la indiferencia ante tales situaciones son el detonante de que en mayor medida  esto ocurra. Todos tenemos parte en el mejoramiento de esta nación, por lo que no debemos permitir que situaciones como estás continúen pasando.

Otro ejemplo de la misma calaña, es el botadero de basura a cielo abierto en las principales autopistas o en las avenidas de nuestra capital.

En el primer caso, es lamentable ver como de automóviles, que con su valor unitario se podrían construir viviendas modestas, las cuales darían techo a tanta gente necesitada; estos individuos no lo piensan dos veces para abrir la ventana y arrogar sus desperdicios a lo que según ellos es tierra de nadie. ¿Qué tan complicado será tener una pequeña bolsa de basura en su amplio automóvil?

En el segundo caso, aquel padre o madre de familia de clase media que en plena Avenida Central deja escapar algún elemento que parece estorbarle, pero que a escasos pasos de un basurero cree que la calle es mejor sitio de depósito que aquel destinado por la municipalidad, mientras su hijo simplemente lo mira con ojos atónitos, recibiendo de vuelta la mirada de aprobación de su progenitor.

Sin embargo, nos vanagloriamos de lo educados que somos, de la cultura de tico, empero, a penas tenemos la oportunidad de disfrutar del arte, no lo apreciamos. No respetamos el trabajo que nuestros artistas depositaron con mucho ahínco, ni la labor que hacen algunas autoridades por embellecer y hacer algo diferente en nuestro país.

Muchos se dirán al escuchar estas pocas líneas, esto no me atañe, yo no tiro desperdicios, no rayo paredes, etc., en buena hora si no es así, pero es tiempo de que nos preguntemos en qué forma puedo ser parte del cambio, sino nos gusta lo que vemos en la cotidianidad de Costa Rica debemos traducir nuestros pensamientos en obras y no mantenernos en la indiferencia.

Solamente el cambio interior en cada uno de los ciudadanos de este país, permitirá a esta nación establecer un nuevo paradigma que lo pueda alejar de una vez por todas del subdesarrollo mental en el que vivimos.