Domingo, 09 Marzo 2008 18:00

Pobreza y abandono de zonas fronterizas e indígenas

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Por razones de trabajo, he recorrido todo Costa Rica, de lado a lado, de frontera a frontera, de costa a costa. Tengo fotografías tomadas en más de dos mil pueblos. He comprobado el abandono en que viven miles de personas en la zona rural. Costa Rica se empeñó en desarrollar el Valle Central, y da gusto ver las condiciones en los cantones aledaños a la ciudad de Heredia o de Alajuela, así como en Escazú y Santa Ana. Pero, lejos de esos cantones que tienen índices de desarrollo del Primer Mundo, los cantones de Talamanca, Osa, Buenos Aires, Upala y Los Chiles viven realidades más cercanas a las miserias de algunos países de África. Son cantones pobres, en los que miles de costarricenses viven en condiciones infrahumanas. Lo viví en la zona alta de Talamanca, en las zonas indígenas de Buenos Aires y de Coto Brus, en los alrededores de muchos parques nacionales que resguardan tesoros naturales en medio de la pobreza de sus vecinos, y en muchos pueblos fronterizos.
Y es por razones de trabajo que me encontré en un medio de comunicación de San Carlos con David Oporta, Lilliam Alemán y Sandra Guerra, tres dirigentes comunales de Cuatro Esquinas de Medio Queso de Los Chiles de Alajuela, un pueblo donde no hay agua potable. La gente consume agua de pozo y, para el verano, cuando los pozos prácticamente se secan, las mujeres tienen que ir a lavar la ropa al río. También es la realidad de los pueblos de Isla Chica, Punta Cortés y El Cachito, todos de Los Chiles, donde no tienen agua potable ni electricidad en sus casas. La realidad que viven estas personas es imperdonable en un país que le da índices de primer mundo a sus vecinos de Escazú, Santa Ana, Flores o Belén. Hay dos Costa Ricas diferentes entre sí. Las zonas fronterizas e indígenas están en una Costa Rica africanizada.
Don David, doña Lilliam y doña Sandra fueron a una entrevista conmigo porque están felices ya que pronto van a inaugurar el salón comunal, el templo católico y la casa del policía, pero siguen sin agua potable. Del 18 al 20 de abril tendrán un turno, e invitaron a una ministra de este gobierno. Tienen la esperanza de que ella les pueda ayudar a que algún día cambie la realidad de ese pueblo pobre y desolado, en medio del abandono y el olvido. Yo procuraré acompañarlos y espero en Dios, al lado de ellos, que algún día tengan una vida más digna, como la merecen por el solo hecho de ser personas, y, todavía más, por la dicha de vivir en un país que se ufana de sus índices sociales y le da lecciones en el campo de la paz, la democracia y el ambiente al mundo entero.