Cuando una institución bancaria destina más del treinta y cuatro por ciento del monto de crédito total para financiar proyectos de desarrollo; está expresando de manera contundente, su voluntad de contribuir al despegue de la micro y pequeña empresa del país.
Con esa visión se inició el año dos mil ocho en el Banco Popular, dándole continuidad a una política consolidada en la institución, de ubicar a las micro y pequeñas empresas como sector estratégico.
Es precisamente a partir de esa rica experiencia que saludamos con entusiasmo que la Asamblea Legislativa haya aprobado el Sistema de Banca para el Desarrollo, cuyos principios filosóficos coinciden plenamente con el ideario que le dio origen al Banco Popular y de Desarrollo Comunal, hace ya casi cuarenta años.
De la mano de ese importante esfuerzo hacia la pequeña empresa de la ciudad y el campo, tenemos proyectado llevar el crédito personal al cuarenta por ciento y el de vivienda a más de la cuarta parte de la cartera crediticia de este año.
Desde sus orígenes, el Banco Popular puso particular énfasis en el crédito personal, precisamente porque una de sus funciones era liberar a los trabajadores de las garras de los usureros que hacían clavos de oro con las emergencias de los asalariados, y porque la banca comercial ofrecía pocas opciones y muchos requisitos. Por eso el año pasado dimos más de cien mil créditos personales.
En los últimos años la estructura económica del país ha tenido grandes cambios, que se reflejan en el surgimiento de pequeñas empresas, iniciativas de negocios y una presencia fuerte de la llamada “economía informal”.
Con algunas excepciones, estos sectores se han abierto camino con grandes dificultades, sobre todo para acceder al crédito bancario en condiciones favorables.
Estamos convencidos que mientras exista la pobreza no habrá un desarrollo democrático de nuestra economía. Esta realidad es una llamada de atención para todos, en especial para quienes trabajamos por el desarrollo y el bienestar popular.
En el aporte continuo para que estas empresas despeguen y se consoliden dejamos la huella de esta institución, que no nació ni existe como un banco mercantilista cuyo interés único es hacer negocios, sino plasmar su naturaleza solidaria y de proyección social en todas las acciones que realiza.
Desde que empezó a hablarse de Banca de Desarrollo le prestamos particular atención al tema, y esa actitud la fortalecimos cuando la iniciativa fue consolidándose, no para crear un nuevo banco en el país, sino para establecer un Sistema de Banca de Desarrollo, como finalmente fue aprobado.
En el parlamento contribuimos con nuestra experiencia a enriquecer ese proyecto, el cual vemos como una proyección de mayor importancia de los mismos principios filosóficos que inspiraron la creación del Banco Popular, hacia la pequeña empresa de nuestro país, con gran perspectiva hacia futuro, y que hoy es un soporte indiscutible del desarrollo del país y de nuestra paz social.