Recién termina un nuevo proceso electoral en nuestro país, aspecto que no es extraño en la psique social nuestra. Varios elementos hicieron de ésta una elección particular. Estrenábamos un Código Electoral que en definitiva nos presentaba nuevos retos como sociedad, imponía nuevos retos a los Partidos Políticos y nos presentaba un nuevo desafío como electores. Además, marcó nuevas dimensiones para el análisis de la comunicación política, del uso de los medios cibernéticos para la atracción de votantes, pero sobretodo manifestó la expresión soberana del pueblo costarricense, que decidió mantener el rumbo que inició en el 2006, pero con un cambio en la tradición Presidencial, al elegir a la primera Mujer Presidenta.
Definitivamente el aprendizaje que tendremos de éste proceso será enorme. Hoy debemos los costarricenses sentirnos orgullosos de ver nuestra democracia, saludable, sólida y marcando la pauta a nivel mundial. Debemos de sentirnos orgullosos del país que tenemos no solo por la arquitectura de nuestro aparato electoral y las garantías que el Tribunal Supremo de Elecciones nos brinda, sino también por la forma tan digna y particular con que vivimos nuestra fiesta nacional.
Rememorando los distintos momentos que me correspondió vivir en éste proceso, debo resaltar el rol que jugamos los jóvenes, que con pasión defendimos al candidato o candidata que gozaba de nuestra predilección, no importaba en qué partido, decidimos vincularnos y marcar la diferencia.
El sábado 06 de Febrero fue hermoso ver aún tarde en la noche a jóvenes con banderas en sus carros y a lo largo de la calle principal entre la Fuente de la Hispanidad y el Parque Central, coreando y festejando respetuosamente el color político que los identificaba. Fue aún más hermoso ver como volvieron los colores a las calles, la pasión por mejorar Costa Rica, la emoción de vivir un proceso electoral, la ilusión de los más niños de participar en las elecciones infantiles y de las caravanas que se desarrollaban sobre un plan de futuro que estaba en ciernes el domingo 07 de Febrero.
Como joven del bicentenario, me siento profundamente identificado con la participación juvenil. El tiempo de los jóvenes no es mañana, es hoy. Estamos vinculados a distintas causas, con miles de convicciones y eso simplemente fortalece nuestra democracia. Sin embargo, es necesario que cada vez más entendamos que el joven no se merece todo por el simple hecho de ser joven, sino porque nuestra generación, gracias a la visión de nuestros gobernantes y el apoyo de nuestras familias, hemos logrado estudiar y nos estamos preparando para ser responsables con el llamado que la historia nos hace, de ser protagonistas del desarrollo nacional.
Nuestras elecciones las custodiaban niños, jóvenes, maestras, albañiles, en fin civiles que dedicaron su tiempo para ver como nosotros los votantes llegábamos a elegir a nuestro nuevo capitán de barco, en éste caso una capitana, que tiene el reto de mantener el rumbo correcto, de profundizar en el bienestar de los más necesitados, y sobre todo, impulsar las oportunidades para los diversos actores, que gustosos queremos aportarle a la Costa Rica del bicentenario. Definitivamente que bendición el haber nacido en nuestro país, que dicha vivir en nuestra democracia y que satisfacción da la ilusión que todos tenemos de nuestro futuro cercano.