Domingo, 14 Septiembre 2008 18:00

La Patria es dicha de todos y dolor de todos...

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Deseo iniciar mi comentario con una felicitación a Panorama,  por volver a marcar la pauta en el fortalecimiento de nuestros valores y el respeto a nuestros símbolos patrios.  Ante la exacerbada pérdida de identidad cultural y la exaltación de lo irrelevante,  representa un hálito de esperanza que alguien siga dictando la pauta en la cobertura de lo trascendente y verdaderamente importante.

Desde el primer día de setiembre y por encima incluso de la celebración del día del niño,  mi hijo me insistía  en la necesidad de adornar nuestra casa con banderas, escudos y guirnaldas con los colores  patrios.   Mientras me ayudaba,  yo le explicaba que estábamos adornando como cuando celebramos un cumpleaños porque eso es justamente lo que vivimos cada 15 de setiembre.

Con tono de preocupación mi hijo me preguntó que ¿cuánto tiempo vive un país?.  Al contarle que ya la nuestra cumplía 187 años,  con una extraña tristeza reflejada en su carita,  me dijo que temía que muriera,  pues ya estaba muy viejita y nadie vivía tanto tiempo. 

Este diálogo con mi hijo me hizo reflexionar mucho,  pues desgraciadamente me di cuenta que la patria está enferma,  que es necesario restaurarla y que si deseamos que siga viviendo,  tenemos necesariamente que cambiar de actitud.

Cómo hacer para preservarla? ¿Qué medidas tomar para sanarla de sus enfermedades más graves?  La respuesta está en cada uno de sus hijos.  Somos nosotros los que tenemos la potestad plena de que esta joven de 187 años,  llegue a la edad milenaria que tienen otras naciones.

Necesitamos un estado eficiente,  en el que cada Gobierno de turno se olvide de su imagen y se preocupe  más por resolver problemas y cumplir sus programas.  Ocupamos medios de comunicación más preocupados por la información que construya un mejor país, con menos amarillismo y  menos mediocridad futbolera.  Requerimos un verdadero ejército de educadores,  que basen su labor en la vocación de servicio y que retorne a ellos la formación en valores y la exaltación de la persona como el elemento más importante del proceso.

La patria es de todos y la patria nos necesita a todos.  Necesitamos con urgencia rescatar nuestros valores cívicos,  que la vivencia de las fiestas patrias sea cada vez más viva.  Con más esperanza que pesar,  vuelvo a llamar la atención sobre la urgente necesidad de concentrarnos más en los aspectos relacionados con la educación cívica y con el rescate de los valores y las celebraciones que antaño nos identificaban y que destacábamos por medio de una participación masiva,   recatada  y armoniosa. 

La diversidad cultural que vivimos y a la cual no podemos renunciar, no puede confundirse de ninguna manera,  con la pérdida  de nuestra propia identidad.

Que no nos acostumbremos tanto a la libertad como para sentirla un recurso inagotable.  Es con la pérdida de la identidad y con la interpretación por la libre de su significado,  que poco a poco la podemos ir perdiendo. 

Hago una súplica a todos los educadores del país,  empezando con cada padre y madre de familia,  para que volvamos a la formación basada en valores familiares cívicos y de solidaridad,  insistamos en el rescate de nuestras más  entrañables tradiciones y miremos al futuro de la mano de la sabiduría acumulada en el pasado.

En estos días de fiestas patrias, hagamos nuestras las palabras del ilustre José Martí  “La patria es dicha de todos y dolor de todos, y cielo para todos, y no feudo ni capellanía de nadie”.