Jueves, 11 Febrero 2010 18:00

Internet y la radio hacen la verdadera diferencia a favor de la democracia

[audio src="/archivos_audio/COM 12-02-10.mp3"]

En una democracia en que no hay límites para los gastos en propaganda y son flojos los controles ante las contribuciones privadas, se favorece la plutocracia, que es el poder del dinero. Ante esta realidad, la prensa debe hacer una diferencia. Los debates organizados por los canales de televisión tuvieron una impresionante influencia que se notó en las encuestas, desde las de la prensa hasta las de internet y las universidades. En nuestra democracia, cada vez se siente más el peso de las redes sociales y los mensajes masivos, sobre todo los que tienen que ver con las críticas más acérrimas, el berreo, las protestas y las chotas. Y es en la radio en el medio en que se siente más nuestro espíritu democrático. La televisión se limita a unos cuantos debates. Son importantes pero escasos. Y la prensa escrita tiene poco peso en la propaganda. Pero en la radio sí hay una gran cantidad de programas de análisis y de discusión. De igual manera ocurre con el deporte y con los problemas comunales. Es en la radio en el medio en que hay espacio para que los dirigentes comunales hagan control de la gestión municipal y expongan propuestas para la clase política.

 Hay emisoras en casi todos los cantones, emisoras para las zonas indígenas, emisoras para los grupos religiosos minoritarios y también de la Iglesia Católica. Por eso, el abordaje de la política es mucho más amplio y más democrático, con oportunidades para todos los partidos, todas las tendencias ideológicas y todos los grupos de presión. En la radio, el dinero no hace una diferencia tan grande. Partidos como Accesibilidad sin Exclusión (PASE), encontraron espacios oportunos sobre todo gracias a la radio. Sólo en la radio se siente el peso ideológico de grupos como Frente Amplio y es en el medio en que se siente más la pugna de ideas de nuestra democracia. Han tenido programas de radio, grupos que van desde los libertarios hasta los sindicatos. Grupos deprimidos y relegados, como el agro, no tienen periódicos ni programas de televisión, pero sí muchos programas en la radio.

Permítanme algunos ejemplos en cuanto a la política: periodistas como Orlando Castro, Vilma Ibarra,  Nora Ruiz, Jaime Peña,  Amelia Rueda, Alberto Cañas, Guillermo Villegas, Álvaro Fernández y Norval Calvo hacen una diferencia desde la radio. Las emisoras en que ellos laboran, se ven complementadas por emisoras de provincia, como Alajuela y Victoria; por emisoras regionales, como Santa Clara, Emaús y Sinaí; por emisoras cantonales, como San Carlos, Pococí, Nueva; de determinadas poblaciones, como las emisoras culturales del ICER  y hasta emisoras confesionales, como Fides, Faro del Caribe, La Paz del Dial o Sendas. Muchas emisoras se llevan las palmas como tribunas y trincheras.

La democracia del dinero, en la que los grupos de interés pueden “invertir” en determinado candidato o algún partido para ver garantizada la salvaguarda de sus intereses, requiere de un periodismo valiente, que haga el contrapeso.
Como dice don Alberto Cañas, con internet es que la libertad de expresión cumple su sueño dorado. Las garras de los grandes intereses del dinero no llegan hasta ahí. El problema de internet es que es un fenómeno todavía muy reciente.

Aparte de internet, en Costa Rica sólo la radio tiene  verdaderos espacios para candidatos y candidatas a regidores, a síndicos, a diputados…

La televisión y la prensa escrita se limitan a los candidatos y candidatas a la presidencia, y sólo la radio hace una verdadera dispersión del espacio, lo cual hace de este medio un paladín de la participación y de la garantía de oportunidades. Y es que la radio tiene un aliado potente: el radioescucha, la radioescucha, que hace una llamada y opina, algo que no le permiten otros medios. Por eso, si uno dice viva la radio, está diciendo también vivan la paz y la democracia.