El 15 de diciembre de 1972, la Asamblea General de Naciones Unidas designó el 5 de junio como el Día Mundial del Medio Ambiente, para sensibilizar a la opinión pública respecto de la necesidad de preservar y mejorar el medio ambiente.

     Ya han pasado treinta y seis años en los que los desfiles callejeros, conciertos ecológicos, la plantación de árboles, las mesas redondas o los simposios han acompañado esta celebración, pero estos simbolismos ya han sido suficientes…

      Hoy, ante la problemática que enfrenta nuestro planeta,  lo que realmente se requiere es  que analicemos, a conciencia,  la situación del medio ambiente teniendo, como tarea común, la preservación de toda la vida en el planeta con un espíritu de sobriedad, criticidad y tranquila confianza.

      Pues a pesar de que se han hecho considerables esfuerzos y se han logrado importantes progresos, todavía  muchos de los problemas que afectaron a nuestro planeta en el siglo veinte como la contaminación, la repercusión en la vida de los seres vivos y el potencial peligro de la eliminación de la especie humana, siguen vigentes.

     Por ello, debemos adoptar las medidas necesarias para velar por que el medio ambiente siga siendo uno de los principales temas que se debaten en el mundo.

     De ahí que el Día Mundial del Medio Ambiente, celebrado el pasado cinco de junio, es un buen momento para reflexionar sobre lo que podemos llevar a cabo desde nuestros propios ámbitos particulares por la conservación sostenible de nuestro planeta, sin esperar sólo a que sean otros los que actúen. Debemos transformarnos en agentes activos de un desarrollo sostenible y equitativo.

      No debemos conformarnos con el hecho de que desde algunos Gobiernos o algunas empresas se están haciendo importantes esfuerzos para la conservación de nuestros parajes, nuestro aire y nuestras aguas.

Cada día son más las compañías que han adoptado sistemas de gestión medioambiental y que anualmente se autorregulan en sus comportamientos implantando políticas y estrategias en las que el factor medioambiental adquiere un protagonismo capital.

      Claro que es un buen camino, el cual afortunadamente va ganando adhesiones, sin embargo, no todas las personas perciben el Medio Ambiente como un atributo necesario e irrenunciable.

     Por ello, cada uno de nosotros, a título individual, puede llevar a cabo, sin grandes esfuerzos, algunas conductas en nuestra vida cotidiana como por ejemplo ahorrar agua, ese bien tan escaso y preciado, con un uso más responsable al cerrar el grifo mientras nos lavamos los dientes, o podemos colaborar en la reducción de residuos mediante el reciclaje, mediante una más cuidada separación de determinados residuos.      

  
     En este asunto no caben excusas, indiferencias o desconocimientos, la conservación del Medio Ambiente, el hacer que este día del Medio Ambiente se prolongue durante los 365 días del año y la consecución de un mundo más sostenible, para que podamos legarlo a nuestros sucesores en adecuadas condiciones, depende de nosotros.

      Celebremos, entonces, diariamente esta fecha conscientes de que el desarrollo sostenible es un empeño de todos, y todos hemos de contribuir a hacerlo efectivo.