María es una preciosa adolescente con Síndrome de Down que pronto cumplirá años y además de la ilusión con que siempre espera y celebra su fiesta familiar de cumpleaños, desde hace varias semanas se identificó con los colores del partido político de su preferencia, pues en el colegio al que asiste, se vivió recientemente el proceso interno de elecciones estudiantiles.
Cada día, narraba a sus familiares, las distintas actividades que conlleva esa fiesta democrática que representan los procesos electorales. Esa vivacidad la hemos visto quienes la conocemos y la amamos, en varias elecciones nacionales y hasta en el referéndum que celebramos en octubre pasado.
María me hacer recordar mis años escolares, la fiesta que hacíamos detrás de los candidatos que regalaban confites y la forma en que los distintos candidatos prometían desde pupitres y pintura para las aulas, hasta basureros y reparación de la lozas sanitarias dañadas.
Al verla tan feliz y al ver lo que mi hijo disfrutó recientemente el proceso electoral de su escuela, agradezco a Dios por la visionaria idea del creador de los Gobiernos estudiantiles, que finalmente vinieron a ser normados por medio de los Decretos Ejecutivo 22091 y 22092 de Abril de 1993. Con esta idea, se ha apostado a la formación de valores cívicos y democráticos desde la edad escolar, se confía en que esos procesos sirvan de semilla perfecta para preservar la vida de la democracia en el país y explica la claridad que tenemos como país, de que la forma más clara de formar vivencia democrática es desde las aulas. Esta práctica democrática se vive también hoy, aunque como lo ha señalado el mismo Ministro de Educación, debe ser más vinculante de lo que es en la actualidad.
Es necesario que fortalezcamos los procesos electorales estudiantiles, pues lo que les narro a continuación, acontecido en el Colegio al que María asiste, lo deja a uno estupefacto y consternado.
Hace algunas semanas, se detuvo a un estudiante por posesión de varios gramos de marihuana y a otros tres estudiantes, se les decomisó algunos cigarrillos de la mencionada droga. Luego de la captura, difundida por supuesto por la “casual” presencia de las cámaras de televisión, el distribuidor de droga quedó en la misma tarde libre, al día siguiente asistió al colegio y unos días después, fue expulsado de por vida.
Al parecer, para los tenedores de cigarrillos no aplica sanción alguna, pues según dicen, el producto que portaban era de uso personal y en consecuencia no hay falta sancionable. Los estudiantes siguen en clases como si nada hubiera pasado.
En días pasados y como acto de cierre del proceso electoral estudiantil, se celebró un debate entre los candidatos de los distintos partidos, con la participación del director, de los profesores y por supuesto de los estudiantes, dentro de los que María se caracterizaba por su inocente participación y su entusiasta algarabía en pos del candidato de su preferencia.
Como parte del transcurrir normal del debate, un estudiante consultó sobre qué medidas tomarían los candidatos para luchar contra la presencia de drogas en el colegio, a lo que uno de los candidatos participantes levantó orgulloso un suéter con una especie de hoja de marihuana impresa. Su particular respuesta, fue avalada por la masa que gritaba y lanzaba vivas por aquella barbaridad.
Hubiera querido estimables radioescuchas de Panorama, escribir sobre este tema con mucho más positivismo. Sin embargo, mi corazón hoy se encuentra partido de dolor por mi país y por nuestros jóvenes y niños. Sucumbo ante esta triste realidad y lanzo una súplica de auxilio y también de respuestas:
¿Qué pueden hacer, que debieron hacer o qué no quisieron hacer las autoridades del Colegio ante una respuesta de esta naturaleza? ¿Será posible que la ley y los tiempos hayan cambiado tanto? ¿Cómo puede explicarse la alcahuetería de hoy, si en mis años de colegio, si un estudiante era sorprendido fumando cigarrillos comunes, era expulsado? ¿Qué más tenemos que escuchar y ver para que se corrija el rumbo? ¿Dónde están los padres de muchachos como estos y dónde está la ley, que permite la tenencia de drogas para su consumo a colegiales? ¿Se estarán infiltrando invitados INDESEABLES a nuestros procesos estudiantiles?
¿Qué le podemos responder a la estudiante de otro colegio que le pregunta a una profesora si su Director le permitiría entrar a la cantina cercana al Colegio, de la que él es asiduo cliente?
Podrá alguien ayudarme a encontrar las respuestas y podrá alguien ayudarme a conservar en María y en mi hijo la ilusión por los procesos democráticos estudiantiles?