En un comentario anterior, había dicho que mientras siguiéramos eligiendo a los mismos de siempre que han administrado el Estado Costarricense, los últimos treinta años, no es lógico esperar cambios sustanciales en nuestras instituciones públicas. Basta con hacer un breve recuento para comprobar que las políticas públicas asociadas a los grandes temas nacionales como son la Educación, la Salud y la Seguridad, las diferentes gestiones presidenciales sucedidas durante ese lapso de tiempo, básicamente, en lo medular han mantenido un continuismo en esas áreas.
Desde hace treinta años, la Educación está en crisis, donde educadores y educandos, viven un proceso que a todos demerita y a muy pocos enaltece. Con el agravante de que al no contar con una política educacional visionaria y adaptada a los nuevos tiempos regidos por la Economía del Conocimiento, el país se corre el gravísimo riesgo de condenar a la pobreza a las futuras generaciones, por no estar bien preparadas para enfrentar adecuada e inteligentemente la competencia globalizada.
Por el lado de la Salud, la deshumanización de los servicios asistenciales en muchos de los hospitales de la Caja Costarricense del Seguro, se daba ya hace treinta años y se sigue dando hoy día. Las presas en cirugías, tratamientos y en la realización de exámenes, se presentaban antes y ahora más bien, han aumentado. Todo esto se traduce en pérdida de vidas humanas pues las enfermedades no esperan y un día de atraso puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.
En el campo de la Salud, no se entiende que una cosa es el derecho a la Salud, consagrado en la Constitución Política y otra muy diferente es el costo real de mantener un sistema hospitalario de primer orden. Mientras no se tenga clara esta diferencia, seguiremos cayendo en el engaño, de creer que se tenemos un sistema de salud solidario, aunque en la práctica el servicio dado se quede corto en su eficacia porque carece de los recursos humanos y materiales para sustentarlo y darlo con calidad, oportuno y con un profundo respeto hacia la dignidad de todo ser humano.
Finalmente la Seguridad, simplemente, desde hace treinta años, ha venido deteriorándose y actualmente, es un caos, aunque la responsable del Ejecutivo de esta área, se deje decir, a pocos días, de asumir el alto cargo ministerial, que la inseguridad que vive el país, es una cuestión de percepción, ante esta aseveración no hay mucho que esperar de la eficacia de su gestión. Para poder resolver un problema, es condición mínima y necesaria tener conciencia de su existencia.
Quiero aclarar que las observaciones anteriores las hago, dándoles el beneficio de la duda respecto a la buena intención de sus actores pero aún en ese caso, si queremos que verdaderamente las cosas cambien en este país, debemos aceptar que la clase política tradicional carece de la visón y el conocimiento para generar nuevas visionarias e inteligentes propuestas, por lo tanto mientras ese mismo grupo siga gobernando el país, las grandes carencias nacionales no se resolverán y no lo harán porque según sea el molde, así será la cajeta.