Todos los días somos testigos de cosas malas que suceden en la vida. Familias destruidas, jóvenes envueltos en las drogas, campesinos sin tierra, guerras, corrupción, violaciones, abuso de menores y de mujeres, asesinatos, asaltos, y otras tantas más que nos conmueve y nos entristece como seres humanos. Sin embargo, cuando damos un vistazo a la otra cara de la moneda, nos percatamos de que a pesar de todo el mundo es hermoso.
Es hermoso porque también vemos personas honestas trabajando, porque somos testigos de la entrega y el entusiasmo de la juventud deseosa de prosperar, de matrimonios entregados a la fe, de patronos respetuosos de los derechos laborales, de funcionarios públicos cumpliendo su misión con gran mística, de líderes religiosos, políticos y medios de comunicación desempañando cada uno su labor con ética profesional.
Desdichadamente, la mayoría de las noticias solamente nos da cuenta de lo malo, pero muy poco de las cosas buenas que también somos capaces, y que sin duda alguna, son las que mantienen el punto de equilibrio en las relaciones sociales. Por ello, es sumamente importante por el bien de la humanidad que las cosas buenas también ocupen un lugar de privilegio en los medios.
Por ejemplo, cuando amenazamos la estabilidad mundial con frívolas guerras, estamos completamente de acuerdo que se denuncie la barbarie, provenga de donde provenga, pero también es justo que publiquemos sin reserva aquellas acciones como la caridad, el amor y la solidaridad de cruzrojistas, enfermeras, médicos, y de organizaciones sociales – gubernamentales y no gubernamentales - que por amor al prójimo tienden la mano al necesitado.
La exquisitez y la belleza de los parajes de la naturaleza, del planeta azul, se entremezclan con la ternura de la madre, la calidez del padre, la gracia del niño, la jocosidad del adolescente, y el amor de los abuelos, que junto con el respeto y la cordialidad de muchos, conjuntan los ingredientes necesarios para fortalecer y consolidar un mundo mejor, que si bien es cierto cada vez se ve azotado por la indiferencia de otros, es aún hermoso.
Que gran noticia sería despertar y saber que todos los males del ser humano desaparecieron, tal vez será así algún día, pero por ahora podemos ser capaces de construir uno menos malo, menos egoísta y menos indiferente. Ciertamente no es sencillo, pero lo podemos hacer porque también es parte de nuestra naturaleza hacer cosas buenas. Si por un acto de amor fuimos creados, por qué no podríamos también por amor ser menos prepotentes y arrogantes con nuestros semejantes, nos parece que es una primera forma de empezar el cambio.