Martes, 15 Julio 2008 18:00

POLITICOS Y PRENSA

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Desde que tengo memoria siempre he visto lo mismo, cuando ocurre algo igual.  Cuando la prensa da a conocer hechos, datos o informaciones sobre actos en la función pública de los políticos de turno la defensa es la misma: desprestigiarla, acusarla de dañar honras ajenas y anunciar que se adelanto la campaña electoral.

También la actuación de los partidos no afectados es idéntica: hacen fiesta y buscan sacar alguna ganancia electoral a costa del grupo que esta en el poder. Eso sí, en ese momento, reconocen la importancia y la excelente actuación de la prensa. Pero cuando se denuncian o critican las actuaciones de los  miembros de sus partidos,  los mismos argumentos  surgen y se vuelven virulentos en contra de los medios.

Lo que se tiene que tener claro es que prensa no es literatura. Que los periodistas no están inventando, solo investigan y dan a conocer hechos, datos, informaciones sustentadas…  guste o no.

Si un político no hace nada reprochable y actúa con absoluta transparencia…  ¿cual es su temor?  Cuando se va a tener claro que el mensajero no es culpable. Que el responsable de un atropello no es el periodista que informa, ni la cámara que registra el hecho. La noticia nace de los actores que hacen o dicen cosas, en este ejemplo: el chofer y la victima.

Hoy día, las reformas a la legislación de prensa y libertad de expresión en la Asamblea Legislativa tienen un panorama  lamentable: unos critican a los medios al afirmar que apoyaron la aprobación del TLC, otros se oponen a los periodistas por denunciar supuestos actos indebidos de algunos ex presidentes, ahora las informaciones sobre contrataciones para el Poder Ejecutivo con donaciones anuncian su entierro. Pero la prensa no debe nunca entrar en ninguna componenda,  sea al costo que sea. En última instancia, es el país es que se expone a nivel internacional y, con ello,  la democracia es la que sufre.

En todo esto solo veo errores: ante una denuncia clara y documentada la respuesta debió ser siempre abrir las puertas, no enfrentar al informador, y si se cometió algún error reconocerlo con hidalguía, hacer las correcciones y seguir adelante. Cómo cuesta subir sobre las nubes, cómo cuesta elevarse sobre los “episodios humanos”  y tener esa visión de futuro para comprender que ante los errores es mejor ser humilde, reconocer, no tratar de tapar o intentar desacreditar al informador,  era mejor: disculparse, enmendar, hacer cambios y seguir adelante con altura.

En esta eterna y conflictiva relación entre políticos y prensa es bueno conocer y reconocer el rol de cada uno en una democracia y saber que  el fortalecimiento del sistema democrático y de la prensa, en última instancia,  es buena para todos.  Queremos un sistema institucional fuerte, una democracia plena, una prensa profesional, responsable y libre, una ciudadanía informada y una clase política menos oportunista pero, sobre todo, sincera y coherente.