Lunes, 21 Octubre 2013 07:36

Votar: un derecho-deber

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Me parece que los seres humanos, somos más eficientes en exigir nuestros derechos, mientras que nos cuesta mucho más cumplir con nuestros deberes.

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Se nos dificulta ver que los derechos y los deberes son en realidad, dos caras de una misma moneda: la libertad.
Me explico: la libertad es la capacidad del ser humano para obrar según su propia voluntad, a lo largo de su vida. Precisamente es esa capacidad, la que hace al ser humano responsable de sus actos. Es decir: porque tengo autodeterminación para actuar según mi voluntad, soy responsable de las consecuencias de mis actos. Ahora bien, cuando tengo obligación de actuar y no lo hago, también soy responsable por las consecuencias de mis omisiones.
Ante la convocatoria a las elecciones generales para elegir Presidente, Vicepresidentes y Diputados para el primer poder de la República, que se celebrarán el domingo 2 de febrero del 2014, conviene que reflexionemos sobre el derecho-deber de votar, y el abstencionismo.
Los datos históricos que sobre la participación y el abstencionismo lleva el Tribunal Supremo de Elecciones son preocupantes. Mientras que en las elecciones de los años 1986, 1990 y 1994, menos del 20 por ciento del padrón electoral se abstuvo de votar; a partir de las elecciones del año 1998 y hasta la fecha, el abstencionismo aumentó a más del 30 por ciento del padrón electoral.
Para las elecciones del 2014, las encuestas predicen que el problema del abstencionismo se va a agravar. Desencantados por algunos políticos, más de una tercera parte del padrón electoral va a dejar que sean otros los que elijan.
Se equivocan los que piensan así. Abstenerse de votar, es una forma absurda de protestar, pues a los únicos que esto beneficia es a los que sí participan en política.
Bien dijo Arnold Toynbee: “El mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan”.
La mejor forma que tenemos para incidir en la búsqueda del bien común de Costa Rica, es precisamente ejerciendo nuestras libertades políticas: ya sea eligiendo o proponiendo nuestro nombre para ser electos.
La abstención representa un fracaso para todos. Una verdadera democracia, que por definición es el poder del pueblo, supone la participación de todos.
Mediante el abstencionismo y la indiferencia el país no puede avanzar, quienes actúan así pierden autoridad moral para reclamar a los que si participan, pues si no somos parte de la solución, somos parte del problema.
Alexandra Loría Beeche