Miércoles, 01 Septiembre 2010 07:08

Los Cerdos

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Aunque en ocasiones se utiliza la expresión “sudar como un cerdo” la realidad es que estos animales carecen de esta función.

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Así es, los cerdos no sudan, a diferencia con el ganado vacuno, las cabras y las ovejas, por ejemplo.

Esto se debe a que el cerdo tiene un sistema ineficaz para regular su temperatura corporal.

Entonces el animal se ve obligado a humedecer su piel en el exterior para compensar la falta de pelo protector y su incapacidad para sudar.

Esta es una razón por la que los cerdos prefieren revolcarse en lodo limpio y fresco, sin embargo debe cubrir su piel con su propia orina y heces si no dispone de otro medio.

En otras palabras: cuanto más elevada es la temperatura, más “sucio” se vuelve el cerdo…

O mejor dicho: entre más calor, más cochino se vuelve el cerdo.

La realidad es que los cerdos son animales curiosos e intuitivos, y se cree que tienen una inteligencia mayor a la de un niño humano promedio de tres años de edad.

Los estudios indican que más inteligentes que los perros y tan amigables, leales y cariñosos como ellos.

Cuando viven en un entorno natural, no en granjas industriales, son animales muy sociables, juguetones y protectores que crean lazos unos con otros, hacen sus camas, se relajan en el suelo y se refrescan en el lodo.

Además los cerdos tienen sueños, reconocen sus nombres, con entrenamiento son capaces de jugar a videojuegos sencillos, y llevan vidas sociales de una complejidad previamente observada únicamente en primates.

Los cerdos se comunican constantemente unos con otros. Se han identificado más de 20 tipos de gruñidos, gemidos y chillidos para distintas situaciones, desde galantear a sus parejas, hasta expresar, "¡Tengo hambre!"

De acuerdo a lo publicado en The Daily Telegraph, "un lechón doméstico llamado Pru fue felicitado por su propietario "¦ después de sacarlo de un pantano enlodado".

El propietario dijo:

 "Me entró el pánico cuando me quedé atorado en el pantano. No sabí¬a qué hacer y pensé que Pru podí¬a sentirlo. "¦ Tení¬a una cuerda conmigo que uso como correa para perros y la puse alrededor de ella. Le gritaba "˜Ve a casa, ve a casa", y ella caminó hacia adelante, jalándome lentamente fuera del lodo".