Lunes, 02 Agosto 2010 08:52

JUANA y La Negrita 8ta parte y final

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Narrador: Después de varias apariciones y desapariciones de la imagen de la Virgen, el Padre de Los Pardos, don Alonso de Sandoval, decidió hablar con la comunidad durante la siguiente misa, para tomar una decisión sobre qué hacer con la imagen.

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Padre: Todos ya saben que hace unos días la niña Juana Pereira encontró lo que ella creía que era una muñequita.
Sin embargo, después de numerosas desapariciones, ella vino a mí con la imagen.
Al detallarla, y comprobar personalmente que la imagen desaparece y vuelve a aparecer en la piedra donde Juana la encontró, estoy seguro de que se trata de Nuestra Señora la Virgen.
Como ven, ella ha venido a protegernos a todos, y nos toca a nosotros darle un lugar digno de ella, donde todos podamos visitarla y maravillarnos de su bondad.

Mujer: Padre Alonso, ¿no será mejor dejarla acá en la Iglesia?
Si la dejamos allá en el bosque puede que se pierda o le pase algo…

Padre: Ya lo intentamos, pero la Virgen nos lo ha dicho claramente: Ella no se quiere ir de ahí.
Cada vez que la sacamos, vuelve a la misma piedra.

Hombre: Padre, yo tengo unas piedras grandes atrás de mi casa que saqué del río hace un tiempo.
Tal vez podamos hacer algo con ellas.

Hombre 2: Buena idea, Don Pablo. Yo tengo unos pedazos de madera que me sobró de unos muebles.
Si sirve de algo, Padre, cuente conmigo.

Padre: Buena idea. De momento se me ocurre que podemos hacer una ermita, donde coloquemos a la Virgen y ahí la podemos visitar todos.
Más adelante, veremos cómo hacemos para construirle una iglesia, mucho más apropiado para su dignidad.
Narrador: Con la ayuda de todos, la ermita estuvo lista en pocos días y así, llenos de devoción, la comunidad de la Puebla de los Pardos, encabezada por Juana y el Padre Alonso, colocaron en su interior colocaron la imagen de la Virgen.

Como Juana la había encontrado  por primera vez el día 2 de Agosto, la llamaron Virgen de los Ángeles.

Un siglo después, en 1782, los habitantes de Cartago deciden honrarla una vez más y la nombran Patrona de la provincia. Desde ese momento, se comenzó a conocerla como Reina de Cartago.

Pero los honores no terminaron ahí. En 1824, en la administración de Juan Mora Fernández, fue declarada Patrona de Costa Rica.

Desde entonces, los costarricenses la bautizaron cariñosamente como “La Negrita”, y la honran cada 1 de agosto en la Romería. En esta caminata participan cientos de miles de costarricenses que llegan hasta su santuario, ubicado en la Basílica de los Ángeles, construida en el mismo lugar donde Juana la vio por primera vez.

Cada 2 de agosto se realiza en la explanada frente a la Basílica,  una misa concelebrada por el Arzobispo de la Diócesis y decenas de sacerdotes, a la que asisten las máximas autoridades de gobierno y decenas de miles de fieles que concurren a honrar a la Patrona de Costa Rica, la misma imagen de piedra que, un día de 1635, se le apareció a la niña Juana Pereira.