Un día tuve que ir a sacar unas fotocopias a los alrededores de la Universidad de Costa Rica. Eran de dibujos para colorear y pasar algunos test de psicología infantil, los cuales eran muy llamativos.
De pronto se me acercó un pequeño de escasos ocho años me halo la enagua y me dijo: - Machita, machita, cómpreme unos lapiceros-. Al ver su carita sucia y los ojos brillantes con su manita agarrando el puño de lapiceros me conmovió hasta el alma.
Antes de hacerle la compra el pequeño no dejaba de ver los dibujos que tenía entre mis brazos. Así que le ofrecí unas hojas y unos lápices de colores. -Vieran que alegría de chiquito-. Se sentó en el suelo, llamó a dos amiguitos vendedores más y ahí esperé a que terminaran su actividad de arte. Se reían, intercambiaron ideas. Estaban realmente felices.
Al terminar me miró con una sonrisa grandota. Le pregunté que cuánto le debía por un lapicero a lo cual me respondió: -Uno cuesta doscientos pesos y este otro se lo regalo- . Por supuesto no acepté el negocio. Pero él insistió diciéndome que por dejarlo jugar y pintar me quería dar ese regalo.
Luego agregó a su historia con mucha seriedad: -Es que vea. Yo vivo en Cartago, me levanto muy temprano y vengo a vender aquí, y después me voy a la escuela, porque mi mamá tiene dos bebés, yo soy el grande y mi papá esta en la cárcel. Sale dentro de cómo cinco navidades. Entonces yo le doy la plata a mami, pero cuando sobra un poquito ella me da para comprarme algo en la “Pulpe”, entonces ahora me sobra este lapicero y es para usted, por favor déjeselo.
No sólo se lo recibí, le di un abrazo profundo en un mar de lágrimas que no podía contener. Le hice saber lo grande y maravilloso de su forma de ser y le afirme que él lograría cualquier cosa en este mundo por ser tan bueno y esforzado.
Para esta víspera del gran día del niño …vuelco mi corazón a todos los niños y niñas que llevan un puño de lapiceros en sus manos, cajetas o frutas, porque de ellos es el reino de los cielos.
RONNY: COLABORACIÓN DE MARÍA ESTER FLORES