Desde muy pequeña fue abandonada, creció en medio de castigos físicos, trabajos forzados, insultos y descalificaciones graves por parte de su madre.
Cuando tuvo fuerzas y edad para irse de su casa encontró un empleo digno con el cual fue surgiendo poco a poco. Tuvo cuatro hijos maravillosos que ahora son profesionales y buenos trabajadores.
Sin embargo como consecuencia de sus traumas no logró consolidarse con su pareja.
Tras mucho tiempo de estar tranquila y sola tuvo que hacerse cargo de su madre por un tiempo, la cual continúo agrediéndola y tratándola mal. Así que por segunda vez no le quedó más remedio que abandonarla.
Al hacerlo reapareció el cuadro depresivo. Ya no tenía ganas de vivir y lloraba todo el tiempo. Pero un buen día se dio a la tarea de retomar su arte de bordar. Sin darse cuenta, eso la fue llenando de alegría. Cada puntada era como si remendara las heridas de su alma.
Empezó a visitar grupos de mujeres que no solo hacían lo mismo, sino que se reunían para hablar, compartir comida, hacer bromas y sobre todo apoyarse porque muchas de ellas presentaban historias muy similares.
Su lema es: No llore porque las lágrimas no dejan bordar. Con las tijeras se cortan las penas y con los hilos de colores se sigue adelante.
Lo más importante con esta lección de vida es aprender y reconocer que todos los seres humanos tenemos potenciales maravillosos para volver a la felicidad. Todo es cuestión de dejarse llevar hasta encontrar esa chispa divina de la creatividad.
Colaboración de la psicóloga: Doctora María Ester Flores Sandoval
Esta colaboración nos la envía la psicóloga doctora María Ester Flores Sandoval.
Me contó hace poco una señora que ella padecía de fuertes depresiones, dolores de cabeza, contracción en los músculos y muchos otros padecimientos.
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