En 1998, el banco introdujo el Sistema de Evaluación del Desempeño e Incentivos, SEDI, cuya premisa básica fue supeditar el pago de estos, a los resultados que rindiera la organización. Si no hay utilidades, sencillamente no hay incentivo, y cada colaborador del Banco Nacional así lo sabe.
El Gerente del Nacional nos indicó que como estrategia, el Sistema SEDI ha rendido sus frutos: A partir de su implementación, las utilidades netas del Banco Nacional pasaron de 5.100 millones de colones en el 2001, a 39 mil millones en el 2014; es decir, se multiplicaron por ocho en 13 años. Hablamos de un crecimiento anual del 52%. ¡Esos son números que cualquier empresa quisiera tener!
Sin embargo, el Gerente del Banco Nacional explicó que la ganancia por sí sola no es un indicador de éxito, lo son los miles de créditos concedidos a los sectores productivos, a la clase media para construir sus viviendas, a decenas de miles de micro, pequeños y medianos empresarios y a instituciones para generar obra pública.
Pese a esto, el Banco Nacional y los otros bancos estatales han sido blanco de airados reclamos por el pago de incentivos; algunos amparados en la falaz aseveración de que tiene efectos fiscales.
Es preciso aclarar, que el Banco Nacional no depende ni recibe dineros del presupuesto nacional. Como banco comercial del Estado, capta los recursos del público y bajo su propia cuenta y riesgo, los invierte y canaliza a créditos productivos, generando utilidades para seguir creciendo y concediendo crédito. Generar utilidades, es la única fuente de capitalización de la entidad. Entonces, es totalmente falso afirmar que la política institucional de remuneraciones e incentivos tiene un efecto fiscal.
Mañana seguiremos conversando sobre este importante tema.
Banco Nacional, Juntos Somos Progreso.