En el siglo XVIII los Borbones se percataron del desplome imperial, pero a pesar de sus esfuerzos por mejorar la administración de los Virreinatos la caída era ya imparable.
Para rematar, la invasión napoleónica de 1808 y la abdicación del Rey Fernando VII, abrió la puerta para que los liberales españoles intentaran salvar al Imperio convocando a las Cortes de Cádiz de 1812, cuyos acuerdos progresistas tendían a recuperar el terreno perdido.
Pero el regreso del Rey en 1814 y la abolición de la Constitución, hizo que se impusiera un absolutismo feroz, persiguiendo tanto a los constitucionalistas españoles como a los poderosos criollos americanos, acelerando el ideal de independencia en las colonias americanas.