Jueves, 03 Julio 2008 18:00

Un cumpleaños contra los derechos humanos.

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Supongamos por un momento que usted es la mamá o el papá de un niño que va a cumplir ocho años.

Usted decide celebrar el cumpleaños invitando a sus compañeritos de la escuela, pero… ¿los invitará a todos?

Bueno, lo mejor es preguntarle al chiquito, quien decide invitar a todos sus compañeros menos a dos. Usted hace las invitaciones, las manda a la escuela y allí… sorpresa!

La profesora decomisó las invitaciones!

No solo eso, la directora de la escuela dice que su hijo está violando los derechos humanos de los niños a los cuales no invitó y por lo tanto usted no puede llevar a cabo esta fiesta.

Una verdadera payasada, ¿verdad? Ni siquiera en Panorama inventamos historias tan malas.

Pero no, no es un cuento, es absolutamente cierto y ocurrió la semana pasada en Lund, ciudad del sur de Suecia. La directora dijo que si las invitaciones eran repartidas en la escuela, debía invitarlos a todos o estaría discriminando en contra de algunos niños…

Ante este tamaño atropello de las libertades, el padre del cumpleañero, que no tiene ningún deseo de invitar a chiquitos malcriados a su fiesta, se presentó ante el defensor de los habitantes del parlamento sueco a solicitar amparo contra este abuso de la escuela.

El padre alega que cada uno tiene el derecho de tener las amistades y de invitar a quien se le de la gana a su casa, y nadie puede sentirse discriminado por eso

Y nosotros agregamos: “y si se siente discriminado, es asunto de él”.

Por ese camino de que el estado se meta en el derecho de los ciudadanos a decidir sobre sus propias relaciones personales, ahorita va a salir un muchacho demandando a una muchacha por haberle rechazado una propuesta amorosa de manera discriminatoria.

En todo caso el padre del cumpleañero está peleando por los derechos de su hijo, lo que está muy bien hecho, y acusa a la maestra de haber confiscado las invitaciones que eran propiedad de su hijo.

Si este asunto sigue así, va a terminar en la corte suprema de suecia.

Tanto pleito por unos helados y queque

Mirá, seguro en esa casa le ponían buen relleno a la piñata!