Cuidado: Viene el doctor!
Las parteras o comadronas han existido desde tiempos inmemoriales, y solo después de la mitad del siglo diecinueve, los doctores comenzaron a asistir a los partos,
y al principio, solo a mujeres de alto rango social
sin embargo, en esa época aun no se sabía que las infecciones eran transmitidas por micro organismos, por lo que la llegada de los doctores a los partos fue: un peligro
Efectivamente, las parteras, por la poca frecuencia de partos, atienden pocos casos, la mayoría con días de separación, de manera que la manipulación de la parturienta no significaba amenaza de contagio.
Por el contrario, los doctores sí atienden a muchos pacientes cada día, y en el siglo diecinueve, muchos de ellos efectuaban investigaciones en cadáveres con sus manos desnudas.
Por eso, cuando los doctores comenzaron a reemplazar a las parteras, la cantidad de madres que morían a causa de infecciones contraídas en el parto, aumentó de manera alarmante.
No fue hasta mil ochocientos ochenta, que el doctor francés Louis Pasteur descubriera que la fiebre puerperal se debía a una bacteria especifica.
Ya, aunque con protestas, el doctor inglés Joseph Lister impulsaba con empeño la limpieza absoluta o asepsia, en todos los procesos de la medicina.
A fines del siglo diecinueve, los hospitales europeos comenzaron a adoptar métodos antisépticos, como el agua hirviendo, para esterilizar los instrumentos, incluyendo los del parto, pues muchos recién nacidos morían de tétanos al cortar el cordón umbilical con instrumentos sucios.
Sin embargo, cuando usted ve una vieja películas de vaqueros en la que la comadrona le pide al marido que hierva agua; probablemente no se debía a razones antisépticas, sino a costumbres mucho más antiguas, primero, aplicar a la madre compresas calientes como relajante muscular y para reducir el dolor, segundo, para tener agua tibia para limpiar a la madre y al recién nacido y lo más importante: tener al marido ocupado para que no estorbara.