El sábado pasado me levanté, desayuné y me puse a limpiar el patio de un montón de chunches que no necesitaba.
En el patio de mi casa había todo tipo de chunches que cuando llovía se convertían en un paraíso para la reproducción de los zancudos
Tenía una maceta que no filtraba el agua, entonces le perforé unos huecos y resolví el problema. A otra, mejor la eliminé.
Había puesto una llanta para proteger un arbolito de aguacate, pero el agua se estancaba en su interior, así que le hice unos orificios y listo.
Eliminé un estañón que utilizaba para recoger el agua llovida, ya que además de verse feo, no se estaba usando.
Rellené con cemento unos bloques de una tapia que habían quedado con huecos en la parte superior.
Subí al techo de la casa y limpié las canoas para que corriera libremente el agua.
Y por último, le hice un desagüe a dos charcos que se hacían frente a mi casa, mientras consigo arena para rellenarlos.
Con eso, conseguí lo siguiente:
Primero, mi casa adquirió mas valor, ahora que está limpia.
Segundo, mejoró la calidad de vida de mi familia, pues recuperé espacios ocupados por la basura
Tercero, nadie podrá decirme indiferente y desaseado. Ser pobres no significa vivir en la suciedad.
Cuarto, mi patio dejó de ser nido de ratas y culebras
Quinto, compartí una mañana con mis vecinos, pues juntos decidimos luchar contra el dengue
Y por último, me siento feliz porque con mi labor estoy contribuyendo a mejorar mi salud y la del país.
Ojalá que esta epidemia del dengue nos enseñe a ser más solidarios, aunque sea por necesidad.
Y que nos ayude a comprender que es mas fácil y mejor tener nuestra casa limpia, y nuestra comunidad en orden, pues no por pobres, debemos vivir como las ratas, juntando basuras.
Colaboración de Ernesto Villavicencio Ruiz