Martes, 27 Mayo 2008 18:00

Insultos finos

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Que pena da ver un pleito,

La gente cuando se enoja lo primero que hace es recordarse tres cosas:

La profesión de la mamá,

El árbol genealógico de la familia

Y el tamaño de algunas partes del cuerpo.

¡Qué diferencia con aquellos tiempos en que la gente tenia estilo y buen gusto, hasta para ofenderse!

Por ejemplo, cuando el critico de teatro estadounidense Walter Kerr quiso hablar mal de un actor, dijo:

Su mayor ilusión es ser normal.

El famoso abogado estadounidense Clarence Darrow reconoció:

Nunca he matado a nadie, pero he leído muchas notas luctuosas con gran placer.

El profesor Moses Hadas envió un día esta nota:

Gracias por enviarme un ejemplar de su libro, no perderé el tiempo en leerlo.

El escritor Mark Twain comentó la muerte de un crítico diciendo:

No asistí a su funeral, pero envié una nota expresando mi aprobación.

Y a otra persona le dijo:

¿por qué me miras con esa cara de sobre sin dirección?

Y otro escritor, el británico Oscar Wilde, dijo de alguien:

No tiene enemigos, pero es profundamente detestado por sus propios amigos.

Y lo remató con esta frase:

Algunos traen la felicidad por donde van. Él la trae cuando se va.

Y al estreno de una de sus obras, George Bernard Shaw le escribió a sir Winston Churchill:

Le envió dos tiquetes para el estreno, traiga un amigo, si tiene alguno.

El primer ministro le respondió:

Me es imposible asistir la noche del estreno. Pero iré a la segunda función, si es que hay.

En una de sus canciones, el compositor Stephen Bishop canta:

Me siento tan mal sin ti, que es casi como si estuvieras conmigo.

La actriz Mae West dijo de alguien;

Si yo fuera su mamá, lo hubiera tirado y me habría quedado con la cigüeña.

Y el escritor escocés Andrew Lang dijo de un político:

Las estadísticas le sirven como el poste a un borracho: para apoyarse, en vez de iluminarse.

Pero la mejor insultada se la dieron el primer ministro conservador Winston Churchill y la representante laborista Lady Astor:

Ella le dijo: Si usted fuera mi marido, yo le pondría veneno en el té.

Y él le respondió:

Señora, si usted fuera mi esposa, yo me lo tomo.