La probabilidad de que los Estados Unidos ataque a Irak es cada vez es más cierta... Y parece que el petróleo es clave en esta disputa. Irak cuenta con importantes yacimientos sin explotar; un importante atractivo para los inversionistas extranjeros. Sin embargo, mientras Saddam Hussein continúe en el poder, no habrá nadie que se atreva a invertir en Irak. Por lo que un cambio de régimen le vendría muy bien a las empresas petroleras rusas, inglesas, y por supuesto estadounidenses. Claro que si Estados Unidos ataca solo a Bagdad, es muy poco probable que después quiera compartir el botín, Así lo comentó James Woolsey, abogado especializado en litigios internacionales al periódico The Washington Post: ”Francia y Rusia tienen empresas petroleras e importantes intereses económicos en Irak. Debemos decirles que si nos ayudan a conseguir que Irak disponga de un Gobierno decente, haremos lo posible para que las nuevas autoridades de Bagdad y las compañías estadounidenses cooperen con sus empresas. En cambio, si siguen apoyando a Hussein, será imposible convencer al nuevo Gobierno de que trabaje con ellos.” Con ese interesante argumento, George W. Bush intenta convencer a sus aliados a que entren a la guerra contra Irak. Sin embargo, nadie sabe a ciencia cierta, qué tipo de régimen podría suceder a Hussein, y tal vez saldría peor el remedio que la enfermedad Sobre esto dice la politóloga Nuria Marín: “Hay toda una industria de guerra que se beneficia definitivamente, los dineros de un país son unos, como se gasta ese dinero depende del gobierno”. Sin embargo, después de la tímida frialdad con que Europa recibió el plan de Bush, ...ya han comenzado a aparecer las criticas, como las del gobierno alemán, Y las de George Galloway, del partido Laborista Británico, quien expresó a su llegada a Bagdad: “Estamos aquí reunidos para dejar en claro al pueblo de Irak que tiene amigos en todo el mundo, que se oponen a las amenazas de agresión de Estados Unidos.” Queda por ver como se mueve el ajedrez político y financiero mundial, en preparación para la próxima guerra; la primera del siglo veintiuno.