Miércoles, 21 Febrero 2001 18:00

Armas de fuego

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Hoy, hasta los delincuentes saben que, en muchos terrenos, la ciencia es una poderosa herramienta contra el crimen. Uno de ellos es la identificación de las armas de fuego usadas en un delito El primer caso conocido ocurrió hace más de un siglo y medio. Un residente de Londres Inglaterra, fue encontrado muerto de un balazo en mil ochocientos treinta y cinco. El sospechoso era su criado, pero no había pruebas. Gracias al humilde policía londinense Henry Goddard, pudo identificar la marca del molde de la bala, así como un fragmento de papel usado para cargar el arma, el cual coincidía con un periódico encontrado en el cuarto del sospechoso. Dieciséis años después, un sheriff de Oregón, Estados Unidos, dio otro paso. La camisa de un muerto tenía un hueco, pero no se sabía si era producto de un balazo, o por otro motivo. Utilizando el método científico de la experimentación, este sheriff tomó varios pedazos de esa tela y la rompió por varios modos, incluyendo los disparos. De sus experimentos pudo concluir que el hueco en cuestión era causado por un disparo, lo que permitió condenar al homicida. Seis años después, un francés, monsieur Noilles, publicó una tesis llamada “las heridas causadas por armas de fuego”, que se considera el primer tratado científico en la materia. Durante la guerra civil de los Estados Unidos, en mil ochocientos sesenta y tres, el general sureño “Stonewall” o muralla de piedra Jackson fue herido de muerte en una batalla. El proyectil encontrado en su cuerpo era una bola de plomo de 17 milímetros de diámetro, lo que indicaba que el respetado general había sido herido por uno de sus propios hombres, pues los del otro bando utilizaban balas cilíndricas Desde entonces, y gracias a los progresos en la óptica de los microscopios, la química, y el análisis de computadoras aplicado a las leyes físicas, las técnicas rudimentarias de siglos pasados, se han convertido en uno de los campos más apasionantes de la ciencia criminalística Hoy por todo el mundo, incluso en Costa Rica, cientos de técnicos y laboratoristas tratan de que la ciencia les ayude a esclarecer los mas violentos crímenes.