Hoy se conmemora un año del atentado a las Torres Gemelas en Nueva York.
El impacto de dos aviones con pasajeros contra las torres, estremeció a todo el mundo, pero sobre todo a los Estados Unidos, nación que ha asumido la posición de paladín de la justicia y la seguridad mundial ante los enemigos del orden mundial.
A raíz de los atentados, ese país se ha enfrentado a serios padecimientos.
En primer lugar, la histeria colectiva se apoderó de los estadounidenses, pues era la primera vez que su territorio era atacado por un enemigo externo.
Se esperaban más atentados en hospitales, aeropuertos, escuelas, en edificios de Estado; todo lugar era un posible blanco para otro atentado suicida.
Esto llevó a casi duplicar el presupuesto de seguridad para el siguiente año, al lanzar el presidente Bush una lucha mundial contra el terrorismo.
A raíz del temor imperante, los viajes aéreos se redujeron y las empresas de transporte aéreo se vieron obligadas a recortar personal, situación que afectó a países como el nuestro, que experimentó una sensible baja en el turismo.
Ante la situación económica de las líneas aéreas y por el pánico generalizado, la economía estadounidense experimentó un brusco frenazo.
Según expertos, los vientos de recesión se asoman, y si Estados Unidos entra en conflicto contra Irak, como parece que ocurrirá, esta será inminente.
Por supuesto, en un mundo globalizado, estos acontecimientos no se pueden analizar de manera aislada, ya que afectan las economías de todos los países del mundo.
Según otros analistas, las empresas del complejo militar industrial, como el petróleo, acero y la robótica, más bien se verían favorecidas con muchos contratos en caso de que Bush finalmente lance su anunciado ataque contra Irak.
Mientras tanto, el resto de la humanidad espera ansiosa saber cual será el próximo capitulo de esta guerra global.
Que comenzó hace justamente un año, con el atentado a las torres gemelas de la ciudad de Nueva York.