Alimentar la espiritualidad de los niños implica inculcarles el valor de su cuerpo, de su ser y de la vida de los otros. Por eso, la mejor escuela de formación espiritual es el ejemplo amoroso de los padres, que ven en sus hijos una excelente oportunidad para ayudarles a construir un mundo mejor.
Amplía María Ester Flores, psicóloga
INSERCIÓN: Recordemos que nuestros hijos copian muchas de nuestras actitudes y hábitos. Si ven que no cuidamos nuestro cuerpo y lo intoxicamos, ¿cómo podríamos decirles que somos creación de Dios? O si ven que maltratamos a los demás, ¿cómo podemos decirles que somos hermanos?”.
En cambio, valorar la verdad y la bondad, permite enseñarles a tener una vida digna, recta y servicial. Y cuando los padres se sienten valiosos y dignos, les hacen entender que los seres humanos son parte de un proyecto amoroso de creación.
Cultivar la espiritualidad de los niños, según expertos en teología es ayudarlos a descubrir que su vida es algo más que juguetes, consolas de video, premios o castigos. Es expresarles los valores del ser humano a través de comportamientos específicos, que los niños van apropiando en el diario vivir. Aprenden a ser honestos porque sus padres lo son, o a decir la verdad porque los adultos la dicen.
María Ester apuntó que educar con espiritualidad es en general asumir una buena forma de vida familiar. Además ser perseverante en la oración. Tomando en cuenta que hay muchas formas de orar. De manera personal pidiendo a Dios ser alguien responsable y generoso en la vida. La forma comunitaria, en la familia, grupos, o parroquias es runirse para celebrar la FE.
Y para los hijos hay que tratar de no imponer formas de oración, lo mejor es educarlos en la capacidad de apertura a la presencia de Dios, y que ellos hagan su oración desde su propia realidad existencial.
María Ester Flores es psicóloga, su número es 2283 12 93