Como dijera el político romano Julio César: “La suerte está echada”; después de una campaña electoral en donde predominó más el humor y lo pueril que el debate de ideas, este siete de febrero el pueblo costarricense decidirá, finalmente, quién será la persona que dirija las riendas de Costa Rica por los próximos cuatro años.
Por lo tanto, independientemente de si usted está a favor o en contra de equis partido, hoy es, pues, tiempo para que nuestro compromiso con la Patria se renueve y se fortalezca con el fin de que se lleve a la práctica, con efectividad, los lineamientos de la democracia, y la manera más eficaz de plasmarlo es mediante el ejercicio del voto.
Para nadie es un secreto que Costa Rica cuenta, entre muchos otros aspectos, con miles de costarricenses desempleados quienes claman por fuentes de trabajo o productores nacionales quienes demandan más apoyo, por ello, sepamos responderles, sepamos ser ciudadanos, asistamos a las urnas electorales, para hacer que esa decisión popular del próximo siete de febrero tenga legitimidad y, en consecuencia, desemboque en semillas de mejoría para esta noble Patria.
Nuestro país no está en condiciones de seguir sustentándose en actitudes apáticas, obsesivas, egoístas, cerradas o insustanciales, ¿cómo es posible que algunas personas, ante una decisión tan indispensable para nuestro ejercicio democrático como el sufragio, hablen de apelar al abstencionismo o al voto en blanco?, eso sería poner a Costa Rica en la cuerda floja del progreso.
Ciertamente, como dijera el presidente estadounidense Barack Obama, “la elección de otro presidente no es la solución total a los problemas nacionales, mas sí significa un peldaño en la búsqueda de una Patria más constructiva y propositiva”.
Ante tal circunstancia, llegó la hora mediante la emisión del sufragio de prepararnos para asumir, y procesar, un acuerdo político nacional que fortalezca la gobernabilidad del país, lleve a cabo la tantas veces pospuesta reforma del Estado y sirva de plataforma para la consolidación de la esencia democrática costarricense.
Pues en el camino hacia el perfeccionamiento de la democracia, como un efectivo factor de convivencia social, la activa participación ciudadana se impone como atributo esencial de la acción política, es decir, no podemos pasar la vida sin tener un compromiso sólido con nuestro país y con las decisiones que tomemos o hayamos tomado, máxime si son de vital relevancia como es el cambio de gobierno.
Vale la pena insistir en que se trata de una responsabilidad de todos, porque todos debemos ponernos de acuerdo sobre el rumbo de nuestra Nación, acerca de la sociedad actual que queremos disfrutar y del futuro que deseamos construir; los cuales, por ningún motivo, podemos dejar a la buena voluntad de unos pocos ciudadanos, o, peor aún, sumidos en la apatía.
Dios ilumine nuestros entendimientos para desear ejercer el voto este siete de febrero, y de una manera inteligente; en especial, de aquellos quienes pretenden seguir buscándole peras al olmo al proceso electoral. Y que guíe también las acciones de los futuros líderes políticos para que, con voluntad de trabajo, honestidad y liderazgo, se respete racionalmente el clamor del pueblo y se reconquiste esa Costa Rica digna, justa y próspera que, con tanta vehemencia, muchas y muchos deseamos.
Por lo tanto, el fortalecimiento de nuestra democracia, bajo un claro sentido de prudencia, análisis, responsabilidad, inteligencia y visión de futuro, se debe definir, contundentemente, este siete de febrero. ¡Nuestro deber es ahora, exclusivamente, con el avance de Costa Rica!