Lo que sucede desde hace muchísimos años en Limón, específicamente en sus puertos, “administrados”, en papel, por JAPDEVA pero USURPADOS, de rajo a tajo, por los holgazanes de siempre, derrapó el colmo del cinismo y vagancia estos últimos días, lo que hace imperioso, por NECESARIO Y URGENTE, que el gobierno ORDENE de inmediato la concesión portuaria, pues, si no, Limón seguirá, atada de pies y manos, a la pobreza.
Lo que han hecho este pequeño grupo de, dizque, “trabajadores”, perezosos en sus oficios pero diligentísimos cuando se trata de sacar más y más, sin importar de dónde y cómo, con todo tipo de ardides, no admite otro camino que eso y el gobierno debe actuar con premura, pues si de algo están ávidos los costarricenses es de autoridad; echada de menos hace años.
Hay que ser claros: No porque el presidente Arias haya anunciado una gran inversión, de todo tipo, en esa provincia, que se pretende sea una verdadera CIUDAD PUERTO, hay que dejar de lado la necesidad de que, como sucede en el Pacífico, se de en concesión los puertos de Limón, de modo que hayan mejoras sociales, tangibles para TODOS los limonenses.
Caer en el juego de los sindicatos, que les da por creerse dueños de lo que es patrimonio de todos los costarricenses, bloqueando el progreso nacional, hace necesario actuar, sin mayor dilación y sobre todo SIN MIEDO, pues la cancelación que hicieron importantes navieras para no descargar más en estos puertos, llevándolas a Panamá, todo por culpa de este grupo, hace imperioso lo que se debió hacer hace muchísimo tiempo.
Además, no se debe permitir que se siga jugando con la tranquilidad y estabilidad de los limonenses, honestos y trabajadores, quienes, tienen el derecho, aun no siendo empleados de JAPDEVA, que su calidad de vida mejore sustancialmente.
La experiencia que han dejado las millonarias remesas públicas dirigidas a esa provincia y que, de pronto, son dilapidadas por los mismos, es un campanazo al gobierno para que ejerza la fiscalización puntual de cada cinco que se invierta, actuando con previsión pues luego puede ser muy tarde, repitiéndose el circulo de la pobreza para la mayoría del pueblo limonense.
La paz no es sólo sinónimo de ausencia de violencia sino que es, también, inversión social para que se haga efectivo el principio constitucional de solidaridad y que ésta llegue a quienes realmente necesitan salir de la pobreza y con ello de los problemas que arrastran a tantos en esa y otras zonas del país.
Por eso, los mismos limonenses deben exigir al gobierno que intervenga inmediatamente JAPDEVA; que ponga orden, que eche a los revoltosos, que meta en cintura la administración de esa institución y concesione YA eso puertos. ¡Es la hora de Limón!