El supuesto derecho de un grupo de personas, - la minoría- ha pesado más que el verdadero derecho de la gran mayoría de los costarricenses. Estas “misiones” en nombre de las cuales se está cometiendo tanto atropello solían ser loables, ya no lo son, ahora todo es motivo de boqueo de calles, si el agua falta, a bloquear, si el agua es mucha a bloquear, si no hay trabajo, a las calles a bloquear, y si hay trabajo a las calles porque es mucho y no se quiere trabajar tanto.
Acaso nos estamos dando cuenta de la clase de sociedad en que nos hemos convertido, la sociedad de lo desechable, del egoísmo, donde solo importan los deseos y necesidades individuales, la sociedad del egocentrismo y de la ausente anuencia a respetar leyes. La sociedad que jamás aprendió que los derecho de alguien , terminan donde inician los derechos de otra persona, la sociedad que parece que nunca leyó las palabras del ex presidente Mexicano, Benito Juárez que versa: “ El respeto al derecho ajeno, es la paz”.
Los que bloquean porque no están dispuestos a ceder tanta garantía y beneficio que tienen sobre los demás empleados del país, dejan claro que solo ellos importan y que aunque el país sucumba en una catástrofe financiera, ellos deben seguir recibiendo bonos y premios por llegar temprano a trabajar, cuando hacerlo es una obligación que más bien debería ser castigada cuando no se ejecuta, los que bloquean y dejan sus funciones por reclamar que trabajan muchas horas extra (pagadas), no tienen ni la menor idea de lo que vivimos más de 225.000 costarricenses sin trabajo, no tienen consciencia de la bendición que es trabajar y de los beneficios que poseen por encima de muchos, y por supuesto ni imaginan lo que es abrir sus ojos cada mañana y no tener un lugar adónde ir que represente su fuente de ingreso para sustentar sus vidas y la de los suyos.
Costa Rica, amén de todos sus problemas institucionales, es un Estado de Derecho que debe respetarse, nuestras autoridades deben tomar cartas en el asunto, la Constitución Política es clara sobre el libre tránsito de cada ciudadano, basta ya de creer que las calles son oficinas para resolver conflictos, tiempo de escuchar, de madurar, de tener ideas proactivas más allá que bloquear calles, tiempo de presentar peticiones por una vía civilizada y de tener claro, que pueden recibir una de tres respuestas: Si, No, o Espere, y que eso no le da derecho a nadie a patalear como niño malcriado. Tiempo de dialogar y entender razones, tiempo de crecer porque nos hemos quedado estancados en tiempos anárquicos. Tiempo de practicar la democracia.
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Roxana María Arguedas Castro