El título de la carta pastoral de la Conferencia Episcopal nuestra es “Danos entrañas de misericordia” con lo cual citan una de las plegarias eucarísticas que se utilizan en la celebración de la misa.
Los obispos costarricenses, luego de recordarnos la importancia del acontecimiento jubilar, nos invitan a considerar cómo en una de las pocas definiciones de Dios que encontramos en la Escritura, aparece éste como amor. Ciertamente, una realidad que, de paso, hemos de rogar para nosotros, de tal manera que tengamos “entrañas” de compasión, esto es y en una línea muy del Antiguo Testamento, un profundo registro de emociones y sensibilidades espirituales.
Encarnar mejor en este aquí y ahora de la historia el estilo misericordioso de ser de Jesús de Nazaret es clave. Por esa vía lograr dejar de lado los críticas, los choteos y los juicios es fundamental.
No resulta de menor monto el esfuerzo que nos invitan a hacer los obispos en este año jubilar de cara a paliar las situaciones que ponen a las familias al borde de la pobreza, la importancia de mostrar un rostro eclesial de acogida y no exclusión y, por supuesto, informar siempre la justicia con la misericordia y facilitar a todos los fieles la ruta hacia el perdón, la reconciliación y la puesta en marcha de las llamadas obras de misericordia que, de ninguna manera, pueden quedarse en las buenas intenciones o las puras palabras.
Ser testigos creyentes de la misericordia, nos decía el Papa es esencial. Pero igualmente, nos dicen nuestros obispos, vivir esa virtud es clave entre nosotros, lo mismo que hacer vida la opción por los mas pobres y desprotegidos. Lo nuestro es vivir una caridad creativa, que lleve alivio a tantos que sufren, que lleve a la solidaridad a todo el que necesita de un buen samaritano en la ruta de la vida.
Finalmente, la carta que nos ocupa indica que un corazón lleno de misericordia no puede ver sin más cómo vivimos en un país donde la brecha entre ricos y pobres crece y crece hasta el punto de mostrarnos varias Costa Rica. En este año de la misericordia recordar que ella es comunión para fundamental e igualmente, traducir esa comunión en iniciativas que promuevan la equidad y una mejor repartición de la riqueza.
Ojalá que estas reflexiones sean asumidas por todas las mujeres y hombres de buena voluntad. Si fuera así, muy probablemente, viviremos en el futuro en un país mas justo y santo.