Viernes, 28 Septiembre 2012 05:54

Una bola, por favor.

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El fútbol es un fenómeno de masas, un crisol donde se manifiesta la grandeza y la bajeza el ser humano, los que nacen con talento para este deporte y son bien encauzados vienen con estrella y el resto de los mortales que ni siquiera saben de que se trata el juego, pareciera que vienen estrellados.

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A lo largo de la historia de este deporte han venido al país jugadores de las más diversas latitudes, no hablemos de los sudamericanos que constituyen uno de los principales bienes de exportación de sus naciones y ahora resulta que nunca han tenido permiso de trabajo y las autoridades de migración, si te vi ni me acuerdo, con la honrosa excepción de la directora actual Kattia Rodríguez, que quiere poner en cintura a tanta ave de paso que viene a llevarse dólares a esta tierra.
Los futbolistas tienen enorme exposición mediática, lo que comen, lo que visten, lo que beben y no tanto su pensamiento, porque con las salvadas excepciones de hombres cultos como el actual entrenador de la Selección Nacional, Jorge Luis Pinto, luego de cuatro palabras relacionadas con la última mejenga, concluyen con la consabida frase: “hay que seguir trabajando”
Ante la violación flagrante de las leyes migratorias, ya políticos y empresarios del fútbol se pusieron de acuerdo para procurar una vía rápida para remendar el estatus ilegal de las decenas de foráneos que se ganan el sustento pateando una bola.
Lástima que no se mide con la misma vara, por ejemplo a los nicaragüenses, que llenan cuadras en una interminable fila en procura de normalizar su situación en un país que los acogió y del que difícilmente se irán, porque: ¿a qué han de volver a una tierra que tiene tan poco que ofrecerles?


¡Salados los hermanos nicas! para peores, su deporte nacional es el beisbol, si hubieran tenido una bola entre sus pies, posiblemente el trato sería muy distinto, ellos vienen a cuidar nuestros niños, a batir mezcla, a asolearse en la zafra, no son noticia, solo que alguno cometa una fechoría se proclamará a los cuatro vientos su nación de origen.
COMENTARIO DE JOSÉ LUIS VALVERDE MORALES.