En estas fechas, donde aunque por conveniencia humana, dividimos el tiempo en días, semanas y años, estamos a punto de finalizar este dos mil diez, en el cual vivimos alegrías y tristezas, donde obtuvimos éxitos pero también fracasos, donde dejamos que nuestras debilidades afloraran y, aún sin querer, lastimamos con ellas a alguien pero también hicimos lo propio con vuestras virtudes y gracias a ellas, le hicimos más llevadera la vida a alguien.
Si bien, no podemos llorar sobre el agua derramada pues el pasado ya no lo podemos cambiar, lo hecho, hecho está pero si podemos aprender de nuestras acertadas y erradas experiencias. El ser humano es el único animal que tiene la capacidad intelectual para aprender de sus vivencias, por lo que antes de hacer nuestra lista de propósitos a cumplir para el próximo año, deberíamos darle una ojeada a todo aquello que nos impidió cumplir los anhelos con los que iniciamos este dos mil diez. Solo así podremos estar en posibilidad de ser exitosos en la consecución de las metas y propósitos para el año que a pocas horas se inicia.
El año nuevo es una oportunidad para que hagamos un alto en nuestras vidas y nos preguntemos, sinceramente, sobre qué es lo que realmente debe ser importante en nuestras vidas; podría ser nuestra salud física, mental y espiritual o tal vez, deberíamos incluir también a nuestras relaciones de afecto, esas que nos alegran el corazón, cada vez, que encontramos a una de esas personas sujetas de nuestro cariño; esas que están por encima del bien y el mal, a quienes no podemos dejar de amar, a pesar de que, no sean como nosotros quisiéramos que fueran, desde nuestra perspectiva personal.
Quizás otro de los propósitos para el dos mil once, debería ser que haremos nuestro mejor esfuerzo para que toda persona que se acerque a nosotros, encuentre a un ser humano sensible a su condición humana y solo por ello, lo tratemos con todo respeto y consideración, como también nos gustaría ser tratado.
Para finalizar, también deberíamos pensar en nuestras metas profesionales, laborales, esas que tienen que ver con la manera con que conseguimos nuestros ingresos para satisfacer nuestras necesidades materiales y familiares y proponernos hacer lo mejor.
Debemos estar agradecidos por tener un trabajo y si no lo tenemos, confiar en que pronto algo nos saldrá. Debemos ser optimistas ante el año que estamos a punto de iniciar pero también debemos ser lógicos y menos sentimentales a la hora de proponernos nuestras metas y propósitos a cumplir, solo así estos serán verdaderas guías para nuestro caminar a lo largo de todo este dos mil once.
Dios derrame sus abundantes bendiciones hoy siempre sobre ustedes, amables oyentes de este su programa Panorama y sobre todos seres amados, para que el dos mil once, les traiga muchas más alegrías que tristezas, muchos más éxitos que retrocesos y mucho más paz personal y familiar que angustia. Feliz dos mil once.
En estas fechas, donde aunque por conveniencia humana, dividimos el tiempo en días, semanas y años, estamos a punto de finalizar este dos mil diez, en el cual vivimos alegrías y tristezas, donde obtuvimos éxitos pero también fracasos, donde dejamos que nuestras debilidades afloraran y, aún sin querer, lastimamos con ellas a alguien pero también hicimos lo propio con vuestras virtudes y gracias a ellas, le hicimos más llevadera la vida a alguien.
Si bien, no podemos llorar sobre el agua derramada pues el pasado ya no lo podemos cambiar, lo hecho, hecho está pero si podemos aprender de nuestras acertadas y erradas experiencias. El ser humano es el único animal que tiene la capacidad intelectual para aprender de sus vivencias, por lo que antes de hacer nuestra lista de propósitos a cumplir para el próximo año, deberíamos darle una ojeada a todo aquello que nos impidió cumplir los anhelos con los que iniciamos este dos mil diez.
Solo así podremos estar en posibilidad de ser exitosos en la consecución de las metas y propósitos para el año que a pocas horas se inicia.
El año nuevo es una oportunidad para que hagamos un alto en nuestras vidas y nos preguntemos, sinceramente, sobre qué es lo que realmente debe ser importante en nuestras vidas; podría ser nuestra salud física, mental y espiritual o tal vez, deberíamos incluir también a nuestras relaciones de afecto, esas que nos alegran el corazón, cada vez, que encontramos a una de esas personas sujetas de nuestro cariño; esas que están por encima del bien y el mal, a quienes no podemos dejar de amar, a pesar de que, no sean como nosotros quisiéramos que fueran, desde nuestra
perspectiva personal.
Quizás otro de los propósitos para el dos mil once, debería ser que haremos nuestro mejor esfuerzo para que toda persona que se acerque a nosotros, encuentre a un ser humano sensible a su condición humana y solo por ello, lo tratemos con todo respeto y consideración, como también nos gustaría ser tratado.
Para finalizar, también deberíamos pensar en nuestras metas profesionales, laborales, esas que tienen que ver con la manera con que conseguimos nuestros ingresos para satisfacer nuestras necesidades materiales y familiares y proponernos hacer lo mejor.
Debemos estar agradecidos por tener un trabajo y si no lo tenemos, confiar en que pronto algo nos saldrá. Debemos ser optimistas ante el año que estamos a punto de iniciar pero también debemos ser lógicos y menos sentimentales a la hora de proponernos nuestras metas y propósitos a cumplir, solo así estos serán verdaderas guías para nuestro caminar a lo largo de todo este dos mil once.
Dios derrame sus abundantes bendiciones hoy siempre sobre ustedes, amables oyentes de este su programa Panorama y sobre todos seres amados, para que el dos mil once, les traiga muchas más alegrías que tristezas, muchos más éxitos que retrocesos y mucho más paz personal y familiar que angustia. Feliz dos mil once.