Hoy vemos como el comercio ha descubierto en los infantes un blanco importante: el niño se convierte en “consumista” y si bien es cierto él no es el que decide, si es el que ejerce la presión en los padres, para obtener la compra. Se le bombardea desde todos los medios, creándoles necesidades que en la realidad no tienen, creando juguetes o artículos que serán para ostentar como símbolos de status entre ellos o entre los padres.
Por otro lado, los padres ya no tienen claro que significa educar a un hijo, observando como las generaciones anteriores, equivocadas o no, con buenos o malos resultados, tenían claro qué clase de adulto deseaban que fuesen sus hijos, la educación se encaminaba hacia ese objetivo.
Hoy día no hay metas y existe un miedo a equivocarse, se está dejando de educar. A los niños se da lo que se supone es “libertad”, aunque solo sea dejar libres sus “impulsos” en otras palabras “que hagan lo que quieran”. No se les pone límites para no frustrarlos, no se les exige responsabilidad por exceso de protección.
Por otro lado, se le exige a este niño para que llegue a ser un adulto exitoso, imponiéndole pesadas cargas para prepararse, se les manda a escuelas de largas jornadas, el poco tiempo que les queda en la casa se debe destinar al estudio, investigación o tareas, deben complementar su preparación con practicar algún deporte, idioma, música, etc.
En esta carrera de ser niño no hay tiempo para el ocio, para jugar, para divertirse; no hay tiempo para ser niño. Tal vez por estas razones es que los padres tratan de compensar estas carencias con cosas materiales, comidas, y la falta de límites.
En algunos casos, se les estimula más de lo que correspondería a su edad y madurez, como es el caso de la sexualidad, permitiéndoles que puedan tener acceso a películas, series, revistas, publicidad, espectáculos, donde se muestran situaciones de adulto trasladadas a la niñez, como si fuesen realidad del niño.
Así mismo, no se puede olvidar las exigencias, rivalidades y competencias a las que estarán sometidos, tanto en deportes como en los estudios, perdiendo el placer por el sano juego y el aprendizaje
En conclusión, el ser niño hoy! no es cosa de niños.
Rocío Solís
Presidenta de la Comisión Costarricense
de Cooperación con la UNESCO