Miércoles, 30 Enero 2013 05:49

Ser más libres y autónomos mediante la lectura

Pareciera ilógico que aún a sabiendas de que muchas personas, y el mismo ámbito educativo, reconocen en la lectura un camino idóneo para el conocimiento y la libertad, se siga generando tanta apatía por esta práctica. Lo más preocupante es que estamos en una época en donde la competencia y la preparación van de la mano, una época en donde los conocimientos envejecen con rapidez, por eso es fundamental tener un hábito lector el cual garantice tener conocimientos frescos y actualizados que nos hagan más eficientes y competentes tanto en el campo laboral como académico y personal.

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Sencillamente en nuestros días las personas no se pueden dar el lujo de obviar el conocimiento, tener un vocabulario muy limitado, poseer una comunicación oral y escrita escasa, propiciar pensamientos pobres o articular ideas de manera incoherente. Todas y todos, en algún momento nos vamos a tener que comunicar en un contexto formal, y para ello poseer una buena comunicación es fundamental, la cual, ciertamente, se puede desarrollar e incrementar, en gran medida, mediante la lectura.

Pues la lectura implica la activa participación de la mente, ayuda en el desarrollo de la imaginación, nos permite comprender el mundo de una manera más adecuada, fomenta el incremento del léxico, estimula la creatividad, crea hábitos de análisis y reflexión y facilita las relaciones interpersonales.

Y estas habilidades no son exclusivas de escritores o filólogos, cualquiera que tenga una profesión, ya sea ingeniero, doctor, abogado, psicólogo, administrador, educador, todos, en cualquier contexto formal, deben hacer uso del uso correcto del lenguaje. Comprendamos, de una vez por todas, que no hay especialidad profesional en la que no se requiera de una práctica lectora que actualice constantemente los conocimientos para hacernos más competentes diariamente; tal y como lo señalaba el ensayista y poeta inglés Joseph Addison: “La lectura es a la mente, lo que el ejercicio al cuerpo”

En este sentido, como docente universitario, puedo dar fe de las congojas que sufren muchos de los estudiantes al momento de trasmitir una idea, ya sea oral o por escrito, por no tener un vocabulario extenso y adecuado, por no poder darle coherencia a sus pensamientos, por falta de fluidez o por la gran cantidad de errores ortográficos, de puntuación o acentuación que poseen, y ello se debe, en gran medida, a la gran carencia de la práctica de lectura.

Por eso el fomento de la lectura en nuestros días se hace una tarea imperiosa, que va más allá de las celebraciones y recordatorios cada veintitrés de abril cuando se celebra el Día del Libro.
Se requiere que desde los primeros agentes de socialización como lo son los padres y los centros educativos, busquen que los niños vean en la lectura no una manera obligada de obtener puntos y pasar una materia, no como un medio para “conciliar el sueño”, no como una tortura, sino una forma dinámica y creativa de disfrute, de cultivo del conocimiento y la inteligencia, un aumento del bagaje cultural, del sano desarrollo de la personalidad y el espíritu crítico y una oportunidad de exponer el propio pensamiento.

Indudablemente el poseer el hábito lector, en nuestra época, es más que tener un pasatiempo digno de elogio…, es garantizar el futuro de las generaciones que en este momento están formándose en las aulas, y de asegurar un presente más provechoso en los actuales profesionales. Dejemos de lado la apatía, la pereza, el conformismo y la lentitud, grandes enemigos de la lectura, y hagamos de esta práctica una afición que dure toda la vida; porque si existe una práctica que además de poderse realizar fácilmente en cualquier tiempo, lugar y circunstancia, también nos hace más libres y autónomos, esa es la lectura.