Quienes estaban en la "bajura" ya esperan, ansiosos, sentarse de nuevo en una curul, por segunda o tercera vez, con tal desvergüenza que más que repudiarlos lo que dan es lástima.
Pero, en fin, qué bien, por la democracia. ¡Viva la pepa!, como dicen los españoles.
¡Lo que sí está mal son sus obscuras intenciones!
Ya los costarricenses estamos hartos de los que se creen indispensables, con todo y que cada día es más largo el rabo que les majen y por ello buscan escudarse en la inmunidad.
Algunos de los actuales políticos, que no han hecho más que calentar asientos, han pasado sin pena ni gloria, aunque con mucho gasto para el erario público. Si se les ha oído es por bostezar desde su status, en tanto dormitan y piensa en cuál es su próximo “paso”.
Otros, los de espuela y aprendices se frotan las manos y, como alfombras, si tiran al paso de quien se perfila como ganador de las próximas elecciones: Ya se consideran no menos que ministros y con ello pegados a la gran ubre estatal.
¡Qué fastidio es saber que tendremos que aguantar a otro gobierno lleno de serviles mediocres quienes han hecho de la política su modus vivendi pues no han hecho nada bueno para merecer ocupar ningún cargo público, trabajando, de verdad, por este país
Y es que entre sindicalistas, quienes ya no defienden a los trabajadores y menos los representan y se esconden en su fuero sindical, muchos políticos han sitiado las instituciones públicas para practicar sus mañosas costumbres, sin que valga ley alguna.
Por ello, que esta vez la meritocracia sea real y que el nuevo presidente de la República haga un profundo examen de conciencia, evitando y no invitando a los mismos indeseables vividores de oficio a ser parte del próximo gobierno.
Ojalá comprenda bien los alcances del juramento Constitucional que hará al asumir el gobierno: "Si así lo hiciereis, Dios os ayude y, sino, El y la Patria os lo demanden".
Wilbert Arroyo Alvarez,
Como abejones de mayo llegan nuevos y viejos partidos políticos, de todo color y sabor.
Los que hoy son diputados o fueron ministros, otrora predicadores, comerciantes, profesionales sin oficio, frustrados políticos de carrera o funcionarios públicos, sabiendo que quedan sin "trabajo", ya levantaron, como tienda, su partido político o se pelean por entrar a las ruinas de otro.